Cambios de hábito en la Ruta 5 Sur
Los atentados que hace años vienen asolando a los campos, caminos y carreteras no tienen únicamente un efecto inmediato, en cuanto al impacto contingente del uso de la violencia, las vidas en riesgo y la destrucción de la propiedad pública y privada. Es usual que después de cada ataque se sucedan una tras otra las declaraciones condenatorias, el inicio de las investigaciones y los recurrentes planes de la autoridad que, "ahora sí que sí", permitirán llevar seguridad a los agricultores, parceleros, transportistas y usuarios de las vías.
El otro efecto, uno más subterráneo o menos visible, ha sido el cambio de las costumbres de las personas, como el que se observa en la Ruta 5 Sur, en el tramo entre Collipulli y Victoria. Allí, según se evidenció en un reportaje de este diario, las hosterías que antes atendían hasta altas horas de la madrugada ahora lo hacen no más allá de la medianoche, por culpa de un menor flujo de vehículos. Y esta baja obedece a un menor uso de la carretera en la noche, luego de las pavorosas escenas de barricadas, camiones incendiados, buses atacados y hasta un tren descarrilado hace un par de años.
Es que los ataques que se han sucedido año tras año, con más de una centena de camiones quemados por obra de encapuchados que dicen representar una causa, finalmente tenían que provocar una transformación en los hábitos, que es lo más difícil de modificar. Revertir esto será una tarea de años, si es que se consigue un nuevo punto de partida.
Hoy por hoy, más allá de las declaraciones voluntaristas que persiguen alcanzar resultados, los camioneros evitan transitar de noche entre Collipulli y Victoria. Si antes circulaban después de la medianoche para llegar en horas de la mañana a sus puntos de destino, ahora prefieren detenerse en estaciones de bencina fuera de ese tramo, evitando una zona identificada por ellos mismos como de alto riesgo.
Lo que debía ser una carretera de alto estándar cuya seguridad no esté en cuestión, hoy se la evita cuando no hay luz del día, como si fuese un territorio en el que impera la ley del más fuerte. Los responsables han sido, por supuesto, los violentistas, pero también los sucesivos gobiernos que han permitido que se llegue a este punto.