El Papa Francisco en su nueva Encíclica recorre situaciones que "hoy nos provocan inquietud y que ya no podemos esconder debajo de la alfombra". La "pérdida de biodiversidad" a causa de "formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva". Con la ausencia de bosques nativos, "por nuestra causa", se han perdido diversas especies vegetales y animales, porque "cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación" (…). "El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles exóticos, monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado análisis", agrega Francisco. En la Región el reemplazo del bosque nativo destruye los pulmones de nuestra tierra. Hemos sufrido la falta de agua, siendo incapaces de conservarla cuando la tenemos en abundancia y muchas familias ya no la disponen durante 8 meses del año. La grave contaminación del aire que enfrenta Temuco y otras ciudades, particularmente en los días fríos, es un gran problema, aún si se ponen en práctica medidas que prohíben el uso de leña como combustible. En la Encíclica se constatan los efectos adversos sobre la salud al exponerse a los contaminantes atmosféricos. "A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debido al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general".
El consumismo y la producción de materiales inorgánicos que eliminamos en nuestros hogares, generan basurales en todos lados. Los "vertederos", instalados, casi todos en tierra indígena, son un problema para las autoridades y para la vida digna y saludable de las familias. "La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería", señala Francisco. El cuidado del medioambiente pasa por el cuidado integral de las personas, la ecología humana. El hombre mismo es parte de la naturaleza y, por lo tanto, se le tiene que proteger contra la destrucción de sí mismo. Enseña Francisco que "no puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos". Subrayó la incoherencia de quien se preocupa de sus mascotas y de sus plantas, pero se desentiende de los pobres o se empeña en eliminar la vida humana. El Papa desea que podamos "tomar dolorosa conciencia" de lo que nos pasa "Y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar".
Héctor Vargas Bastidas
obispo de Temuco