Barrio Dreves: la inexorable transformación de un sector histórico de Temuco
ORIGEN. Los vecinos cuentan cómo se formó este emblemático sector de la ciudad.
Dos inveterados vecinos del sector, difieren en cuanto a los límites del barrio que contiene una parroquia (siniestrada hace dos años, pero que aún presta algunos servicios), tres colegios y que otrora contuviera unos lomajes y una laguna con patos. Lo que sí parece claro es que, por su cercanía con uno de los ya extinguidos ramales del tren (donde ahora pasa una ciclovía), Dreves se sitúa en el llamado casco antiguo de Temuco; a saber, el que prolonga la ciudad hacia el sureste.
Según Judith Mancilla, presidenta de la Junta de Vecinos Nº 007 Dreves, el sector abarca desde San Martín por el norte, Hochstetter por el oeste, León Gallo por el sur y Prieto Sur por el Este, una de las últimas calles de Temuco sembradas de adoquines. Es interesante que la vía que da nombre al barrio tiene apenas una cuadra y va desde San Martín hasta O'Higgins, algo después de la oblicua Avenida Caupolicán.
UNA PELUQUERÍA
Don Ismael Toloza (1939), administrador y dueño de la Peluquería James Bond -que desde el 61 y hasta el 81 funcionara en San Martín con Blanco, pero que desde el 81 hasta la fecha está emplazada en pleno Barrio Dreves, en calle San Federico Nº 262, es el actual presidente de los Adultos Mayores de la junta vecinal.
Asegura que llegó desde Labranza en el 61, con 22 años, para independizarse de su padre, un hombre excelente aunque algo rudo, quien siendo analfabeto sabía muchos oficios pero quiso heredarle el de peluquero.
"Él me decía que todo hombre bien plantado debía tener buen aspecto, y que para tal era preciso el pelo corto, y que si yo me dedicaba a esto jamás me faltaría trabajo. Así ha sido y yo, que estudié hasta sexta preparatoria nomás, he sacado adelante a mis nueve hijos, uno de ellos ex fiscal, otro doctor en Economía, varios funcionarios, y así".
"Recuerdo que empecé con Enrique Acevedo, que en paz descanse, y que teníamos de esas máquinas manuales para cortar el pelo. Ahora mi tarifa es de 3 mil 500 pesos, pero si veo a alguien necesitado le hago una rebaja", cuenta.
DON BENJAMÍN BAIER
Don Benjamín (1931), gasfitero que llegó al barrio en el 53 y vive en O'Higgins casi al llegar a San Guillermo, relata que los inmuebles más antiguos del mismo datan de hace 80 años. Puntualiza que la famosa Plaza Dreves -espacio de 10 mil metros cuadrados que en 2014 fue noticia porque los herederos de un señor más bien ajeno al barrio la habían adquirido el 33 y no descartaban recuperarla, aunque jamás habían pagado contribuciones- es el epicentro del sector: "Primero fue una suerte de bosque y después una cancha de fútbol cuyos arcos daban a San Ernesto y a San Guillermo".
"Ni hablar del Estadio Germán Becker (uno de cuyos bordes colinda con el final de Dreves), que antes era un monte con floresta nativa y aves que íbamos a cazar. Otro dato interesante es que mi padre fue amigo de José María Martínez, veterano de la guerra del 79, uno de los tantos que vivió por acá".
Según don Benjamín, en el costado sur de Dreves, de Hochstetter con San Martín y donde ahora está la Plaza de Las Banderas, había una laguna hasta con patos. Y sostiene además que en el sector de León Gallo había un estero donde la gente iba por el líquido elemento: "Más hacia el sur no había más que campo", asegura .
FUTURO
En la última década el sector, ante todo por calle San Martín, ha aumentado mucho su oferta de automotoras y supermercados, pero ante todo de restaurantes y pubs, junto con disminuir sus almacenes, pero ello no conforma a todos. Judith Mancilla, presidenta de la junta vecinal, se muestra escéptica ante este progreso, que le resta tranquilidad al sector.
No obstante, el barrio se proyecta hacia el futuro, sin extraviar demasiado su norte... que le diera hace ya casi un siglo a Temuco su sur.
"Acá en el sector hay calles con nombres de santos, como San Ernesto o San Guillermo, porque don Carlos Dreves honró así a sus hijos".
Ismael Toloza,, peluquero.
22 manzanas
tiene el barrio que debe su nombre a Carlos Dreves, quien vendió al municipio algunas de sus tierras en las primeras décadas del siglo XX.