A propósito del Mundial
La inmensa mayoría de los chilenos hemos vibrado con 'la Roja' en estos días, haciéndonos olvidar por un par de semanas de nuestros problemas diarios. Días de unidad nacional, de orgullo, de compartir alegremente con amigos, la familia y la parrilla... Nos hemos sentido plenamente identificados con ella, porque vemos allí un símbolo de unidad y de representación de un símbolo vivo de nuestro país.
Sus victorias son las nuestras y sus derrotas las experimentamos también como propias. En este Mundial no logramos lo que tanto anhelábamos, pero su entrega sin condiciones y su garra 'suicida' nos llevó a recibir a sus jugadores como héroes. Algunas de nuestras calles llevarán los nombres de algunos, mientras otros reciben variedad de galardones en sus lugares de origen.
El hecho que tantos niños y jóvenes se sientan atraídos fuertemente por el deporte, y vean en sus ídolos modelos a seguir, puede colaborar a desarrollar en ellos la disciplina, el sacrificio, la constancia, el trabajo en equipo, la salud del cuerpo, etc.
Junto con ello, llama fuertemente la atención las sumas siderales de dinero que se manejan en el fútbol profesional, haciendo que el lucro exorbitado se haya venido instalando en ese medio y en sus organizaciones. ¿Cuál será el nivel de este negocio, para que uno de nuestros jugadores acabe de ser contratado por un club por un sueldo de 13 millones de pesos diarios?
Eso significa que este muy joven futbolista ganará en 24 horas lo que miles de modestos trabajadores chilenos que viven de un salario mínimo, lograrían juntar tan solo luego de nueve años de trabajo.
Y en un mes lo que probablemente los otros no lograrán ganar en toda su vida laboral, no permitiéndole a la pasada salir del círculo de la pobreza. Algo anda mal en todo esto por su evidente y escandalosa desproporción, que no hace más que sumar nuevas inequidades a la hora de valorizar la dignidad del trabajo humano. Otro vergonzoso dilema moral a resolver.