Las anónimas historias de amor que duermen en el cementerio
1 de noviembre. El Día de Todos los Santos reunió a miles de personas en cementerios de Temuco y la Región, con su potente carga de emociones.
El 24 de junio de 1974 un infarto fulminante se llevó la vida de Valentín Augant, dejando a un hijo de 15 años y a su esposa, Elena, sumidos en la tristeza.
El amor -asegura la hoy viuda de 83 años- fue más fuerte, y pese a las 4 décadas transcurridas, no hay año, mes ni quincena, que no acuda hasta el Cementerio General de Temuco para depositar sus flores y 'dialogar' en la intimidad con su esposo fallecido.
'En estos 40 años desde que partió, no he dejado nunca de venir, es lo que él merece, porque éste es un amor eterno', asegura Elena viuda de Augant, una de las miles de personas anónimas que llegan cada 1 de noviembre a los camposantos de La Araucanía. 'No he faltado un solo año, y no es por un tema de necesidad, es por amor, nada más que eso'.
Mientras la comunidad temuquense recorre los pasillos del Cementerio General buscando las tumbas de sus seres queridos, esta temuquense relata que 'con Valentín nos conocimos en Temuco, los dos éramos de fuera. Era un hombre excelente, y la muerte lo sorprendió cuando tenía 57 años apenas, fue un infarto fulminante, como quien apaga la luz. Pero él sigue presente, nunca dejaré de visitarlo porque aquí sólo hay amor. Por amor cantan las aves, por amor nos hizo Dios...'.
El 1 de noviembre, Día de Todos Los Santos, los cementerios de la Región recibieron a miles de personas, que en esta fecha visitan a sus muertos.
En el Cementerio General de Temuco, el más grande de La Araucanía, una tumba llamaba la atención de quienes transitaban en la cercanía de los nichos. Con remolinos girando al viento, juguetes y cuncunas de papel, su colorido y alegría contrastaba con el gris de las tumbas vecinas. Impresa en la misma tumba, una inscripción con la imagen de Francisco Marchant -joven muerto en Temuco a raíz de una golpiza- señalaba: 'Por el amor a la vida que me fue arrebatada, este legado para los angelitos que aquí descansan eternamente'. Y es que la Fundación Francisco Marchant junto al municipio de Temuco y al Hospital Hernán Henríquez fueron quienes levantaron esta sepultura de mortinatos.
'Aquí reposa mi bebé de 3 meses, que falleció producto de un aborto retenido en marzo de este año, el 24 tuve la pérdida', señala una joven que prefirió omitir su identidad. 'Por el hospital supe de esta tumba donde reposan los fetos, las guagüitas que nacen muertas... Este es el primer Día de Todos los Santos que vengo, es mi único hijo'.
A su lado, su tía, Cecilia Salas, apunta que 'este 1 de noviembre es especialmente triste, sobre todo de ver a mi sobrina tan acongojada. Ella ha estado muy triste desde que perdió a su hijo, era mucha la ilusión que tenía durante su embarazo. Fue muy doloroso para la familia cuando supimos la noticia, pero ella pese a todo ha sido muy fuerte'.
Sin embargo, una historia similar ocurrida a Cecilia Salas la hace estar aún más cerca del dolor de su sobrina.
'Yo también perdí a mi bebé, eso fue hace 31 años, y entonces no existía al menos el consuelo de esta tumba tan bonita', apunta la tía. 'Un hijo jamás se olvida, siempre estará dentro del corazón de su mamá, una siempre piensa cómo sería, cómo estaría ahora... Es un dolor que no se supera nunca, yo sé que moriré con el dolor y con mi hijo en mi corazón'.
A un par de patios de distancia, la figura de María Alicia Rebolledo resalta contra las cruces.
'Toda mi familia está aquí, trato de venir permanentemente, pero hoy 1 de noviembre ha sido especialmente emotivo porque estoy pasando por temas difíciles y uno llega a preguntarse ¿Existirá ese ser allá arriba, no existirá? pero me refugio en mi familia, aunque estén muertos, sé que me escuchan'.
El último familiar muerto de María Rebolledo es un tío, que hace 4 años fue arrollado por una micro.
'Yo era como su hija para él. Murió en el camino a Labranza, él venía al Hospital Regional, y al cruzar la carretera la micro lo lanzó lejos'.
En el Cementerio Parque del Sendero, Benedicto Cárdenas, de 82 años, se desplaza en su silla de ruedas hasta llegar a la tumba de su esposa, fallecida en febrero de 2010.
'Yo vivo cerca del cementerio, así es que estoy visitándola permanentemente. Mi esposa fue muy querida', asegura este vecino de Las Encinas.
Uno de los hechos que marcó la jornada en el Cementerio General de Temuco fue una comparsa con un gran muñeco representando al aguatero de los camposantos, acompañado de jóvenes portando escobillones y baldes, avanzando al ritmo de tambores. 'Agüita y Escoba' era el nombre de la performance, producida por el Galpón Cultural y que contó con la participación de las compañías de teatro 'Calatos', 'Retazos' y la escuela de percusión Ronald Figueroa, marcando un insólito contraste entre la alegría y la tristeza, en este enorme mar de emociones que representa el 1 de noviembre.
'No he dejado nunca de venir a ver a mi esposo en los 40 años desde que falleciera. Él se lo merece...'.
'Visitamos en familia a nuestra abuela. Venimos cada domingo, y hoy 1 de noviembre no podíamos dejar de visitarla'.
'Estoy visitando permanentemente a mi esposa en el Parque del Sendero. Ella fue muy querida'.
'Vengo frecuentemente a ver a mis familiares al cementerio, pero hoy ha sido especialmente emotivo'.