"Ni el Simce ni la PSU miden lo que la Iglesia entiende por una educación de calidad"
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La Conferencia Episcopal de Chile entregó el documento "Una reforma educacional por el bien de Chile", con sus propuestas para una mejoría "sustancial y urgente", una respuesta frente al actual trámite legislativo del proyecto de ley sobre la reforma educacional, y donde se ofrece un aporte en vista del ingreso de dicho proyecto a la discusión del Senado.
El obispo de Temuco, monseñor Héctor Vargas, quien es además el presidente del área de Educación de la Conferencia Episcopal, señaló que "las propuestas que estamos haciendo como iglesia ojalá conformen un gran acuerdo nacional sobre la educación que queremos para Chile en los próximos 40 a 50 años, creemos que es un proyecto que puede ir en la línea indicada si sufre una serie de modificaciones".
Los puntos que incluye el documento apuntan a "Libertad de enseñanza, iniciativa y fiscalización", "Una gratuidad que garantice la calidad", "Imprescindible debate sobre la calidad de la educación", "Aportes acogidos y nuevos desafíos para un gran acuerdo".
- Eso ha sido un pero que la iglesia ha puesto desde el primer día, nos hubiera gustado que antes hubiéramos podido tener un gran debate nacional sobre el país que queremos para los próximos 50 años, y a partir de eso haber buscado entre todos la educación pertinente y eso habría tenido que ver con la naturaleza de la educación, los valores. Lamentablemente eso no se hizo, sino que nos encontramos de la noche a la mañana con un proyecto que está en el Congreso y no había nada más que hacer. Nos habría gustado tener la globalidad de la reforma de todo el sistema educacional chileno, pedimos no el detalle pero sí las grandes ideas matrices de lo que se quiere hacer en cada una de las instancias, pues así podemos aportar a la globalidad, que tiene que ver con valores, principios, la naturaleza de las cosas, el tipo de hombre o mujer que queremos formar. Todavía eso no está.
-En este tema tenemos una presencia muy fuerte, partiendo por nuestra red de universidades, donde la Pontificia Universidad Católica este año fue declarada la mejor universidad de América Latina y del Caribe. ¿Qué quiero decir con esto?, que la iglesia tiene legitimidad para hablar de educación, pues si hablamos del aporte del servicio educativo de la iglesia en el país -que ha sido desde antes que Chile existiese como Nación y como Estado- tenemos una trayectoria dilatada como para decir que la educación forma parte de la naturaleza de la evangelización de la Iglesia.
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-Los colegios católicos que hay en la diócesis de Temuco son 24, que educan a cerca de 20 mil alumnos, y en educación superior, esta la UCT donde estudian mas de 8 mil alumnos, trabajan unos mil funcionarios, y donde el servicio que presta a la Región es conocido por todo el mundo, además que fue la primera universidad que tuvo La Araucanía. Entonces, es un tema que la iglesia tiene muy de piel.
-No, las reformas se demoran mucho tiempo en implementarse. El problema de Chile es que cada Gobierno realiza su reforma, entonces cada 4 años estamos empezando de nuevo. Estamos muy cansados de esta historia, parece que cada Gobierno quiere darse un gustito con la educación y esas reformas, mas grandes o más chicas, al final tienen su impacto en los colegios.
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-Consiste en los principios, valores, contenidos, opciones en donde se juega la formación de un tipo de persona, con una profunda base antropológica. Nosotros educamos en primer lugar por formar un ser humano integral. Eso significa hacernos cargos de la vida de los niños y jóvenes, de sus dolores, angustias, desafíos, de su afectividad, de desarrollar su dimensión social. Tenemos que hacernos cargo de la vida de nuestros estudiantes, esa es una educación personalizada. Pero si uno mira los marcos curriculares que tenemos hoy, esto que estoy diciendo simplemente no está. Ahora indudablemente hay apoderados que lo único que le interesa es que los hijos tengan buenas notas, que aprendan chino mandarín, pero a nosotros junto con eso nos interesa que aprendan a ser solidarios, a perdonar. Y eso no lo mide ni el Simce ni la PSU. Es decir, no están midiendo lo que la iglesia entiende por una educación de calidad, así de simple.