Sobre feriados religiosos
La razón de la intervención del Estado en estas materias debe ser, entre otros aspectos, evaluada desde el punto de vista cultural. La Unesco nos proporciona una definición integral de cultura como "el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social que abarca además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias"(conclusiones de la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales, México 1982; de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo -informe sobre Nuestra Diversidad Creativa, 1995, edición española de 1997), de la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el desarrollo (Estocolmo), 1998 y Preámbulo de la Declaración sobre Diversidad Cultural, 2001 de la Unesco). A ello debe agregarse sobre todo la Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales (París, 20 de octubre de 2005). Esta convención fue ratificada por Chile el 13 de marzo de 2007 y entró en vigor el 18 de marzo de 2007.
Las fiestas religiosas, en especial las fiestas relacionadas con el culto mariano, son en muchos países parte de la "religiosidad popular". Los Bailes Religiosos Marianos de Chile acaban de ser declarados "Patrimonio de la Humanidad". Desde siempre en cada país, el Estado no sólo ha respetado tales expresiones, sino que ha apoyado con diversas medidas, entre ellas la declaración de feriados laborales. Es del todo evidente que estas festividades forman parte de la identidad cultural chilena y que la supresión de feriados laborales causa grave daño al profundo sentimiento religioso de nuestro pueblo, y un menoscabo en expresiones culturales existentes.
Está entonces plenamente vigente la declaración del Episcopado chileno: "Los feriados religiosos son parte del patrimonio espiritual de la sociedad y un elemento vital de la convivencia social. Debilitar los signos de la dimensión espiritual de la nación tendría negativas consecuencias. Además no parece sano el que todas las expresiones y actividades de la vida humana se tengan que medir exclusivamente bajo el punto de vista de la productividad de la economía".
Héctor Vargas,