Equipamiento de Bomberos
Si la tragedia no hubiese golpeado esta semana al Cuerpo de Bomberos de Collipulli, habría quedado olvidada, una vez más, las precarias condiciones en que desarrolla su labor esta institución de voluntarios, la que más veces de lo deseado se ve forzada que acudir a campañas ciudadanas para recaudar fondos que permitan su financiamiento, en vistas de un Estado que les impone reglas para operar, pero que nunca le ha entregado todas las herramientas para afrontar las emergencias que amenacen la integridad de las personas o los bienes públicos y privados. La muerte de María Patricia Marín y Jeyson Salamanca cuando volcó el carrobomba en que viajaban para combatir un incendio forestal ha vuelto a instalar este debate, pues según los responsables de Bomberos, el fatal accidente no pasó tanto por una eventual responsabilidad del conductor, sino derechamente por la antigüedad del vehículo, sometido frecuentemente a refacciones mecánicas para que pueda seguir prestando servicios a la comunidad.
Es cierto que será tarea del Ministerio Público determinar si el conductor que guiaba el carrobomba tiene o no responsabilidades en el accidente y el deceso de los dos mártires, pero las autoridades deben asumir que el equipamiento de Bomberos no es el de los mejores. El carro que volcó tenía demasiados años como para otorgar seguridad a los hombres de rojo, como muchos de los que están distribuidos en las comunas de menor tamaño, donde el voluntariado se escribe día tras día con entrega, sacrificio, vehículos antiguos y uniformes deficientes. La tragedia y estas carencias son las que han motivado la amenaza del comandante del cuerpo de Collipulli, en cuanto a devolver al Gobierno los carros que no cumplan con las condiciones mínimas de seguridad, además de atender sólo las emergencias en la zona urbana y no en los predios, hasta donde muchas veces deben acudir porque los brigadistas de Conaf no son capaces de dar abasto en los meses de verano.La muerte de los dos bomberos que iban a bordo de un carro inseguro, a combatir una emergencia forestal y no en la ciudad, debiese servir para que el Poder Ejecutivo evalúe el inestimable servicio que le presta Bomberos a la comunidad, de manera voluntaria, y al menos prodigarle los vehículos y equipos que garanticen su integridad y eficiencia operativa. Es lo mínimo que se merece una institución que lleva décadas facilitándole al Estado la labor de hacerle frente a emergencias de todo tipo.