Cultura del ahorro
Recientemente se dio a conocer el resultado de un estudio a nivel latinoamericano, encargado por una reconocida empresa ligada al área de inversiones y que devela algunos sabrosos detalles en torno al perfil de ahorro que exhibe el público latinoamericano.
En los resultados arrojados destaca que: a) Un 57% ahorra de manera voluntaria; b) Destinan un 10% de los ingresos a ahorro; c) Un 56% pretende incrementar en el futuro lo que ahorra mensualmente; d) El principal motivo para ahorrar es enfrentar imprevistos o emergencias, en lo que resalta salud o desempleo; e) Los que no ahorran voluntariamente, aducen como motivo principal que el sueldo es insuficiente; f) Los que no tienen hábito de ahorrar, señalan como principal explicación, el endeudamiento que mantienen.
El ahorrar constituye un ejercicio financiero que se conjuga con otra área de interés decisional como lo es el uso de nuestros ingresos o recursos monetarios que recibimos. Ello porque para que surja el ahorro, deberíamos ser capaces de lograr un sometimiento de los desembolsos a los ingresos que percibimos.
Dado el lineamiento planteado, resulta útil evitar, entre otros, los siguientes errores comunes que cometemos con el dinero: no dedicar tiempo a planificar; mantener una conducta de gastos superior a los ingresos; hacernos de cosas básicas del día a día con crédito; demorar u obviar el ahorro para nuestra jubilación; tener una actitud inocente, sin cuestionamientos sobre nuestras acciones; no dedicar tiempo apropiado para evaluar; dejarnos llevar por las emociones; considerar que lo que es bueno para el resto también lo es para uno; exponernos en exceso a riesgos; llevar un ritmo de vida superior a nuestras posibilidades; y por último, poner el dinero como foco de nuestras vidas.
Finalmente, si logramos internalizar los puntos anteriores, de seguro liberaremos un margen de los ingresos que podemos destinar a ahorro. Así, por poco que sea lo que ahorremos, ya el hecho de realizarlo es algo favorable; y por otra parte, la suma de esos pocos, acumulados y gestionados adecuadamente en el tiempo, pueden transformarse en la solución a una crisis o requerimiento monetario que se nos pueda presentar en el futuro.
Mauricio Burgos,
la Universidad Autónoma de Chile