La persistencia de los "Tres Tristes Tigres"
- ¿Cómo era Chile en 1967, el año de estreno de su obra "Tres Tristes Tigres"?
- Había menos gente y el centro de Santiago era como el centro del país. La obra se estrenó por primera vez en Puerto Montt. La tomó una compañía integrada por Jaime Vadell, Lucho Alarcón, Shenda Román y Delfina Guzmán, que habían quedado sin trabajo cuando el Teatro de la U. de Concepción cerró. En Santiago fue en un subterráneo, debajo del Cariola, a tres cuadras de la Alameda. La obra original era con tres personajes, pero el elenco consideró un cuarto personaje, Alicia, para que pusiera en jaque al personaje de Rudi. Un personaje que le bajara el moño, para que finalmente quedaran los tres, como tristes tigres, en la decadencia más desteñida.
- ¿Cómo son estos nuevos tristes tigres que propone el director Willy Semler?
- Cada personaje es un fresco, un lienzo que el actor debe asumir o fracasar en el empeño. En este montaje, por ejemplo, el personaje de Tito tiene una diferencia con el original: es un poco gay y está justificado por una parte del texto. Pero podría no haberse hecho así, no es tan relevante. Es el enfoque del director con el actor, que decidieron hacerlo así porque les parece mejor. Ahí está la interpretación de la obra. Algunos modismos de la época se conservan porque tampoco es que hayan cambiado mucho. Hoy estos personajes hablan con muchísimos garabatos, muchas palabrotas, esa es una diferencia. Antes, cuando se estrenó, el lenguaje sonaba un poco fuerte, ahora parece como del kínder.
- ¿Cómo se contactó Raúl Ruiz con usted para llevar "Tres tristes tigres" al cine?
- Yo tenía mucha admiración por Raúl Ruiz. Le interesó porque era una obra muy chilena sin ser de folclore. Los personajes representaban muy bien el Chile de ese momento. Raúl quería poner a estos personajes en un medio más grande que un escenario, quería que deambularan por Santiago. La primera vez que la vi me impresionó lo bonita que era y el mal audio que tenía. A pesar de ese problema, es una de las mejores películas, la mejor del cine chileno. Creo que todo lo que adaptó Raúl tuvo sentido, excepto la escena final de la pelea a puñetazos entre el empleador y el empleado, o sea entre Rudi y Tito. Tito jamás haría eso. Pero en ese momento no me pareció tan importante decirlo.