la distracción más pequeña provoca mayor pérdida de concentración
sicología. Un estudio descubrió que los sonidos más sutiles son mejores obstáculos para quienes trabajan, en comparación con los ruidos fuertes.
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Los ruidos de la ciudad, los aparatos electrónicos e incluso la música pueden ser distractores para algunas personas que están concentradas en alguna actividad. Pero el efecto de sonidos leves como el clic de las teclas, el ventilador de un computador e incluso alguien caminando despacio serían los verdaderos enemigos de la concentración.
Un estudio de la Universidad de Brown (EE.UU.) expuso que los ruidos pequeños son más perturbadores y efectivos a la hora de disuadir a una persona de lo que está haciendo en un momento determinado. El hallazgo, publicado en la revista Current Biology, fue descubierto completamente por error.
el hallazgo
El académico Joo-Hyun Song y su equipo trabajaron en una investigación cuyos objetivos distaron del resultado final. La idea inicial era utilizar un programa informático para medir las acciones de un grupo de participantes y de esta manera determinar si las distracciones visuales los alejaban del objetivo inicial.
Sin embargo, los autores descubrieron lo opuesto: cuando hay distracciones pequeñas, los dedos de los participantes se alejan del teclado y prestan atención a lo que está sucediendo. El efecto no es el mismo si se trata de ruidos mayores.
Los resultados dejaron atónitos a los investigadores, que no creían que las distracciones menores tendrían una influencia tan dramática en nuestro enfoque. "Es un nuevo descubrimiento. Estamos averiguando un fenómeno nuevo", manifestó Song a través de un comunicado.
experimento
En un principio, Song y su equipo buscaron estudiar cómo diversas distracciones afectan nuestras acciones en función de la percepción de la recompensa. En otras palabras, si estos ruidos en el ambiente influían o no en la productividad.
Los investigadores querían determinar cómo la mente se distrae por estas percepciones de recompensa en hábitos como fumar y beber, cosas que se suelen hacer en el trabajo o los estudios, y qué soluciones habían para cambiar estos hábitos.
Para comprobar esta hipótesis, los expertos llevaron a cabo un experimento con un videojuego de computación y un dispositivo que rastrea el movimiento del dedo durante el juego.
Los participantes del estudio debían buscar en el juego círculos de colores. El verde daba una recompensa menor a dos centavos (de dólar), mientras que el círculo rojo equivalía a un premio de 10 centavos. El objetivo era alcanzar los diamantes de colores gris, verde y rojo.
Los investigadores creyeron que el círculo rojo desencadenaría más movimientos al tener una mayor recompensa. Sin embargo, los círculos verdes de menor valor fueron una distracción constante en los jugadores.
Song y su equipo decidieron reorientar su experimento y empezar otros estudios. Reclutaron a 93 voluntarios, esta vez con cambios en el juego: habrían más colores involucrados y de similar tonalidad (rojo con fucsia, por ejemplo).
Los científicos descubrieron que las distracciones mayores tienden a afectar a nuestra percepción de las cosas más que las menores. Sin embargo, estas últimas tienen un efecto más obstaculizador de nuestras acciones.