Bolantes
Escritor mayor aconsejando a uno más joven: "Lea a Cervantes".
Escritor joven: "Me da lata. Prefiero a Bolaño".
Escritor mayor: "Bueno, algo es algo. Al menos está leyendo a Bolantes".
Escritor joven: "¿A quién?".
En la obra de los buenos autores siempre encontramos a los grandes que vinieron antes. En Bolaño podemos leer a Cervantes. Y a diferencia de muchos de sus discípulos, el chileno seguramente lo sabía porque se puso bajo su sombra y escribió: "Cervantes que en vida fue menospreciado y tenido por menos, es nuestro más alto novelista."
Esa adhesión, que en otros narradores podría ser un mero peaje al Parnaso, se confirma en las novelas mayores de Bolaño. Los detectives Salvajes y 2666 son obras tan episódicas como el Quijote. En ambas novelas conocemos una sucesión de aventuras que se justifican en sí mismas sin que avancen un argumento o trama progresiva. Además, tal como en el libro de Cervantes, en los de Bolaño también encontramos novelitas intercaladas e historias muy ajenas a la acción principal. La obra del manco de Lepanto y éstas del hepático de Blanes (Blanes es el pueblo donde en sus últimos años vivió y murió del hígado, Bolaño) son novelas "en mosaico", construidas con fragmentos de los que siempre faltan muchos.
Como en el Quijote las aventuras de los personajes bolañescos transcurren con autonomía. Sólo las hilvana una meta o ideal: la búsqueda de una escritora o escritor desaparecido, Cesárea Tinajero o Benno von Arcimboldi. Para realizar esa búsqueda los personajes de Bolaño hacen "salidas" similares a las de don Quijote. Estas salidas son viajes urbanos, cercanos pero profundos, o travesías más o menos largas por países y desiertos lejanos. Tantos viajes conllevan la aparición y desaparición de innumerables personajes secundarios y la ramificación de historias independientes. Esto incide en que tales salidas terminen con resultados casi siempre inútiles, absurdos o desastrosos. Los detectives-quijotes de Bolaño nunca encuentran al escritor desaparecido, probablemente porque él o ella es sólo la personificación de un sueño: el de unir poesía y vida. O mejor aún, el sueño de encarnar la poesía en la vida.
Algo no muy diferente le ocurre a don Quijote. Su ideal de restaurar la caballería andante -o de devolver la poesía al mundo- se aleja de él cada vez que intenta realizarlo. De hecho, esa distancia viaja con él personificada en su escudero, el buen Sancho que casi siempre desmiente las maravillas que ve su amo, desnudando a los molinos de sus apariencias de gigantes.
Pero es en Sancho, precisamente, donde se rompe este paralelo entre el manco de Lepanto y el hepático de Blanes. Entre los personajes de Bolaño hay pocos, poquísimos sanchos que con su sensatez compensen la locura poética de los jóvenes detectives-quijotes.
Por esta carencia de Sancho la obra bolañesca sólo se asemeja al Quijote, sin llegar a equipararse. A la obra de Bolaño le falta el humor sanchopancesco, blanco, compasivo. El de Bolaño es más bien un humor negro, bilioso.
En el chileno también falta que uno o dos de sus personajes principales se vuelvan "tipos", caracteres cuya personalidad evoquemos fácilmente al recordarlos o encontrarnos con personas reales que se les asemejen. En las obras mayores de Bolaño abundan los personajes secundarios extraordinarios, pero se echa de menos que los principales se constituyan en arquetipos al modo de don Quijote y Sancho.
Con todo, pese a esa falta de sanchos y salvadas las otras diferencias, sigue siendo cierto que el hepático de Blanes fue un distante pero aprovechado discípulo del manco de Lepanto. Una de las influencias más patentes y potentes de Cervantes en la narrativa contemporánea se halla en la obra de Roberto Bolaño. Y a su turno, a través de Bolaño, esa influencia cervantina se proyecta sobre buena parte de la narrativa joven en español.
Muchos que hoy sólo leen a Bolaño no saben que leen a Bolantes.
POR CARLOS FRANZ*
* Carlos Franz es escritor. Su libro más reciente es "La Prisionera" (Ed. Alfaguara).
el espejo de tinta
Una de las influencias más patentes y potentes de Cervantes en la narrativa contemporánea se halla en la obra de Roberto Bolaño.