Raúl Perrone, padre indiscutido del cine independiente argentino, ha desarrollado toda su carrera cinematográfica en Ituzaingó, localidad de la provincia de Buenos Aires donde a fines de los años 80 comenzó a hacer cortometrajes en video junto a amigos roqueros como Andrés Calamaro y Pajarito Zaguri. Nunca quiso abandonar su lugar de nacimiento y suele sentirse incómodo lejos de casa, pero las más de 40 películas que componen su filmografía han viajado por él. Una de ellas es "Samuray-S", largometraje que mañana inaugurará el Festival de Cine de Valdivia.
"No me gusta hacer sinopsis. No creo que sean necesarias", aclara en el catálogo. "Sólo voy a decir esto: 1) Un samurai mata al hijo del dueño de un prostíbulo y este busca venganza. 2) Una vieja quiere casar a su nieta con el samurai malo, pero ella está profundamente enamorada del samurai bueno. 3) Un samurai vuelve de la guerra después de mucho tiempo, pero ya no conoce a su mujer".
Es Perrone adaptándose a las reglas impuestas por la programación, tratando de revelar lo inexplicable. Porque, aunque funciona como una fábula oriental dividida en tres partes, la nueva exploración del cineasta carece de vocación narrativa. Desde "P3nd3jo5" (2013) que viene trabajando con el inconsciente, armando películas en blanco y negro a fuerza de sueños, imágenes encontradas, citas literarias, sonidos, canciones y epifanías que no está dispuesto a "ensuciar" con la razón. El cineasta que influenció a toda una generación de independientes cuando en 1994 proyectó "Labios de Churrasco" en la sala Lorca de Buenos Aires (en VHS y en horario de trasnoche), tampoco trabaja con presupuestos asignados. Sus experimentaciones las realiza artesanalmente, en casa, en completa libertad creativa.
"Samuray-S" es producto de esa autonomía. Parece algo así como una fantasmagórica cinta de principios del siglo XX encontrada en la bodega más recóndita de la cinemateca de Tokio. Una cruza entre expresionismo alemán y teatro Kabuki cargada de diálogos invertidos, ruidos de vinilo, ambientaciones sonoras, juegos de luces y transposiciones de imágenes que recuerdan a la obra de otros exploradores fílmicos, como el estadounidense Stan Brakhage. Es interesante que Perrone haya tenido que volver a los orígenes del cine para encontrar un lenguaje nuevo. El pasado es el futuro.
"Samuray-S" es un cruce entre expresionismo alemán y teatro kabuki con ruido de vinilos.
Por Andrés Nazarala R.
fotograma de la película