Amelia Carvallo
Este año se cumplen 400 años de la muerte del poeta y dramaturgo inglés William Shakespeare y los homenajes cunden en todo el planeta. En Chile, la cartelera del Teatro a Mil acoge a la figura del bardo de Avon con una pieza escogida que concuerda perfecto con la temporada: "Sueño de una noche de verano".
La comedia, que se presentará este mes en las regiones de Tarapacá, Coquimbo y Valparaíso, fue montada por los actores Héctor Noguera y Daniel Muñoz basada en un texto adaptado por Guillermo Villalobos y Manuel Sánchez, poetas y payadores.
Conversamos con ellos sobre el desafío que se les impuso, uno que además quedó condensado en un hermoso libro versificado en décimas espinelas.
PAYA Y POEsía
A Guillermo Villalobos su oficio le viene, literalmente, desde la cuna. "Da la casualidad que cuando yo nací mis padres vivían en calle Javier de la Rosa esquina de Payador Taguada, son dos calles que llevan nombres de famosos payadores y que están cerca de Latadía con Bilbao para que se ubique. De modo tal que, como una premonición, con los años me encontré con el mundo de los payadores cuando ya estaba rondando los 30 años. Además, como a los 16 años, viví cerca de Lázaro Salgado y lo conocí, él fue uno de los grandes de Chile: hijo, nieto y bisnieto de payadores".
Desde esas fechas vive inmerso en el mundo de los cantores populares, la paya y la poesía popular.
En cuanto a su rol de adaptador, Villalobos ya tenía la experiencia de haberlo hecho con el cuento de Antonio Acevedo Hernández, "El roto y el diablo", para la compañía Periplos.
Tal encuentro y duelo está presente en muchas tradiciones en diferentes lugares del mundo, igual que el sustrato de "Sueño de una noche de verano": un enredo de enamorados y enamoradas persiguiéndose, sazonado con las intervenciones y metidas de pata de una corte de hadas y duendes, todo durante una mágica noche de verano.
"Shakespeare a mi modo de ver también es un poeta popular y representa a ese mundo a través de sus obras. En esa medida no costó tanto traerlo y chilenizarlo desde una Inglaterra de hace cuatro siglos. Fue un desafío pero, por lo que hemos visto en términos de puesta en escena de la obra, se logró", acota Guillermo Villalobos, feliz de ver que las décimas en boca de los actores funcionan a la perfección.
- ¿Cómo dividieron el texto?
- Se dio en forma natural porque cuando llegamos a la primera reunión con Daniel Muñoz, yo llegué con algo de texto y era el diálogo con que empieza la obra, el de Teseo e Hipólita los novios. Luego seguí con otros personajes humanos y también me tocaron algunos mágicos. Pero en rigor, la parte del humor le tocó a Manuel y a mí me tocó la de los romances y las equivocaciones.
- Ustedes dos están en escena durante la obra. ¿Qué rol cumplen allí?
- Iniciamos la obra con una cuarteta que yo propuse, que es de la tradición: "Cuando dos quieren a una y ella quiere a uno nomás, el querido va adelante y el aborrecido detrás". Tito encontró que calzaba muy bien con lo que pasaba. Abrimos con eso para que le quede claro a la gente cuál es el fondo de la historia. También hay canciones entre medio que escribimos para darle un poco más de sentido a la obra; por ejemplo, cuando Helena se queda sola canta una tonada donde explica cómo se vengará y reconquistará su amor. Titania, la reina de las hadas, canta también y a uno de los cómicos -que en la original es Bottom, pero nosotros le pusimos Cuasimodo- le cantamos una cueca. Cerramos con una guaracha muy alegre donde se habla de que no hay que dejar de soñar.
Cuenta Guillermo que la recepción ha sido muy buena, partiendo por el debut que hicieron en la Plaza de la Constitución. Detalla que la obra es muy dinámica y amena, que el humor agarra vuelo de a poco, y que la hora y media que dura se pasa volando. "Ha habido muchas personas, que habían visto la obra antes, que nos dicen que es primera vez que la entienden del todo", concluye Villalobos.
Por su parte, Manuel Sánchez cuenta que en un comienzo quiso transformar todo el ámbito del bosque y los seres mágicos a la mitología chilena. Que incluso había incluido personajes como el Tue-Tue, pero que por sugerencia de Noguera decidió girar a algo más universal.
"Yo convivo con el mundo popular, tengo un origen campesino y mis abuelos -que me criaron- tenían una relación profunda con las plantas y el campo. No fue difícil empezar a recordar y empezar a meter ese tipo de saber en la obra", cuenta Manuel, quien creció en un pueblito cerca de Coihueco.
Personajes
Algunos de los nombres de los personajes los tomó de gente que conoció en esos días: temporeros y mapuches que vivían en el Biobío, parajes donde crecían digüeñes y piñones que se permitió incluir en esta versión, así como el toronjil y a la menta.
"En un momento, por ejemplo, hablo de la luna como Kuyén, que es como la llaman los mapuches. En rigor no tenemos ni duendes ni hadas, pero sí hay otros personajes de la mitología chilena que les corresponden porque el imaginario campesino es muy rico", afirma Manuel Sánchez.