Aborto y cultura del descarte
Esta decisión constituye una trágica expresión de la "cultura del descarte"
La Cámara de Diputados ha dado su aprobación al proyecto de Ley que despenaliza y permite el aborto en tres casos. Junto a muchos expertos, innumerables organizaciones de la sociedad civil, la Iglesia católica y otras confesiones cristianas, hemos señalado respetuosa y reiteradamente, que esta decisión constituye una grave ofensa a la dignidad del ser humano y en particular una agresión contra la vida del más inocente de todos los seres: el concebido y no nacido, al que la Constitución política afirma que la Ley protege. Creemos que esta decisión constituye una trágica expresión de la "cultura del descarte", en que los excluidos son considerados desechos "sobrantes" de la sociedad, como lo llama el papa Francisco (cfr. Evangelii gaudium, 53 y 74)
Agradecemos a los diputados que inspirados en valores superiores, han defendido la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Su valiente testimonio ante la "cultura de la muerte" actual, es una expresión de coherencia con valores superiores a cualquier ideología, que ennoblece el trabajo legislativo. A su vez, no sin dolor y desconcierto, hemos presenciado a parlamentarios que se confiesan católicos apoyando una legislación que vulnera el principio esencial en donde se sustenta el humanismo cristiano que profesan. Legislar como si Dios, el Autor de la vida, no existiera. Para un país herido por las muchas formas de violencia homicida contra personas inocentes, como el femicidio, no es una buena señal que sea el Estado quién facilite poner fin al más débil.
Recordamos la afirmación del papa Francisco, que no "es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles (…) si no se protege a un embrión humano (…): «Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social»" (Laudato Si', 120).
Más que abortos, nuestra sociedad, entre otras medidas, necesita la creación de unidades de acompañamiento a las mujeres que han sufrido el horror de una violación, o con embarazos difíciles en todos los centros de salud, de salvar siempre ambas vidas y agilizar los itinerarios de adopción.
En este Domingo de Ramos, inicio de Semana Santa, en que celebramos a Jesús que ofrecerá su vida para que todos tengamos vida, trabajemos con más fuerza y decisión para que la vida y la dignidad de cada ser humano sea respetada siempre.
Héctor Vargas Bastidas Obispo de Temuco