¿Paz o Bienestar?
El Albiverde está un paso de cumplir su gran objetivo de participar en la división de honor del fútbol nacional, después de 11 años de ausencia. Se requiere que los involucrados desestimen los eslóganes, de la índole que fueren y apelen a la reflexión
En uno de los mejores textos breves de su 'Libro de guardia', que alude a los sicarios del gobierno militar, el poeta Bruno Vidal (Santiago, 1957) nos dice: "En el Te Deum de los victimarios / la felicidad de dar la paz / es completa". La frase, provocativa hasta el humorismo, nos hace pensar en la confusión que no pocas veces entraña la palabra paz. En ninguna de las ocho acepciones que la RAE le otorga, apela este vocablo a la mantención de un estado de cosas injusto, donde mirar hacia adelante sea sinónimo de barrer bajo la alfombra o creer que su antónimo (la violencia, diremos) nació en el fango por generación espontánea... ¿Qué hay de la usurpación legalizada de tierras, perpetrada contra una porción no menor de los mapuches, ante todo en los albores del pasado siglo XX, y de la llamada deuda histórica (que no necesariamente material)? ¿Qué hay del ninguneo y del racismo sordos? Alguien dijo que el llamado conflicto mapuche-chileno, no es un tema policial sino de Estado.
Aún no hay conclusiones, pero a estas alturas del vértigo sería brutalmente insensato justificar el horroroso crimen de la pareja Luchsinger-Mackay (o arrogárselo a conflictos familiares); pero también utilizarlo como eslogan para alzar banderas que, apropiándose de una causa noble (cierta armonía social), pretenden evitar el diálogo o aducir que las reivindicaciones indígenas todas (de identidad, de tierras, medio ambientales o de cultura, diremos) son simples actos de bandolerismo espurio o resentimiento trasnochado.
La hora del diálogo está despuntando sobre el alba acá en La Araucanía. Propuestas ya se han hecho y, más allá de quién las haya proferido, resulta preciso ponderarlas. Es sabido que las crisis entrañan oportunidades. Y sería absurdo esperar que se multipliquen los incendios, los irascibles terrores del Far West o las brutales represiones para alzar una idea ahora acaso más plausible que la de la paz (repito que entendida ésta como la negación inercial a cualquier cambio de paradigma personal a la hora de negociar): la del bienestar. Mas para ello se requiere que los involucrados -¿y por qué no la ciudadanía en su conjunto?- desestimen los eslóganes, de la índole que fueren, y apelen a la reflexión.
Luis Marín presidente del Colegio de Periodistas de La Araucanía