Ramón Tolosa Calderón

Es una tradición de los hogares del sur preparar unas sopaipillas o también calzones rotos pasados por azúcar o chancaca en el invierno, para combatir los días de frío y lluvia. Además quién se podría resistir a esa tentación.

Pero, qué tan efectiva o saludable es esa costumbre. ¿Existe una buena alimentación que además ayude a subir la temperatura de nuestro cuerpo durante las jornadas bajo cero? ¿Se pueden prevenir las enfermedades respiratorias con el consumo de algunas comidas?

Para los nutricionistas, todo eso y aún más es posible y con eso se refieren a no aumentar de peso.

Ahora, si usted durante la temporada invernal siente más hambre, no se sienta culpable, es sólo su cuerpo reaccionando ante el frío.

"Tiene que ver el metabolismo de los nutrientes, lo que significa que cada vez que comemos generamos calor y puede ser que para compensar las bajas temperaturas nuestro organismo nos solicite mayor ingesta energética. Son cambios hormonales y metabólicos que ocurren con cosas tan sencillas como el frío, o la baja luminosidad en el invierno", argumenta Rocío Martínez, docente de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Mayor.

Con esto también se explica la mayor preferencia por alimentos calóricos: dulces o grasas, "pero eso no significa que tengamos la oportunidad en invierno de consumir ese tipo de preparaciones, o sea, tenemos que tratar de que esas ganas de comer más, sean suplidas con una alimentación sana y saludable", subraya la experta.

Entonces, qué hacer para dejar de tiritar y no engordar en el intento. Bueno aparte de abrigarse, la manera como se preparan e ingieren los alimentos será nuestra gran aliada.

"Nos podemos ayudar con los platos calientes, que pueden ser los caldos y guisos, como por ejemplo las lentejas que son saludables, ya que tienen fibra, aportan vitaminas y hierro. Lo otro son las sopas elaboradas con verduras, esto nos ayuda con la regulación de la temperatura corporal, además de incorporar los nutrientes como proteínas, vitaminas y minerales que están contenidos en esas verduras", revela Margaret Caro, directora de Nutrición y Dietética de la Universidad Autónoma.

Aquí se debe tener cuidado con las cazuelas, ya que lo ideal es que la carne que se agrega sea baja en grasas y que el cereal o la papa también esté en porciones pequeñas.

Adicionar ají o merkén a los platos, si bien produce un efecto en la temperatura corporal, no se debe abusar de ellos, ya que podrían generar irritaciones en el estómago.

Las bebidas calientes como los tés de sabores, el verde y el café, ojalá descafeinado. La leche semidescremada también puede ayudar a combatir el frío sanamente.

A esta altura siempre es bueno ampliar las alternativas y no quedarse sólo en algunos alimentos, para así poder contrarrestar esos "efectos" en la silueta que causa la temporada invernal. Por eso, se aconseja comer 5 porciones cada día de frutas y/o verduras frescas, pero además en la semana legumbres y cereales, así como carnes blancas.

"Estos productos a lo que se une el huevo, ayudan a fortalecer el sistema inmunológico ya que son ricos en aminoácidos. Su consumo, al igual que la vitamina C presente en naranjas, mandarinas, limones y kiwi, podría prevenir los virus respiratorios en los niños menores de 5 años y también en los enfermos crónicos y adultos mayores en general. Lo anterior pensando en los altos niveles de contaminación en Temuco y Padre Las Casas", destaca Carlos Mena, docente del Departamento de Salud Pública de la U. de La Frontera.

La recomendación es consumir 1 trozo mediano de carnes blancas 2 a 3 veces por semana y de carne roja, 1 trozo mediano, una vez por semana. Asimismo, los porotos, garbanzos y lentejas, por su aporte de fibra y efectos beneficiosos en la digestión, se pueden comer 2 a 3 veces por semana.

En la variedad está el gusto, reza el dicho popular y en este sentido se pueden mezclar nutrientes y hacer preparaciones tibias saludables, como por ejemplo, salteados de verduras como brócoli, tomates y cereales.

"Siempre es importante consumir una dieta variada que incluya verduras, frutas, cereales, leche y sus derivados. Pero también grasas saludables que están en las paltas, frutos secos y carnes blancas" menciona Rocío Martínez de la U. Mayor.

Y como ahora dice la nueva ley de etiquetado, hemos llegado a los alimentos con ese "disco pare" de altos en grasas, donde se debe tener cuidado.

Los cereales, el pan y las papas aportan la mayor parte de las calorías. Pero su cantidad debe ser proporcional al gasto energético condicionado por la edad, sexo y actividad física. Este grupo aporta hidratos de carbono, que se transforman en azúcar en el organismo y que si no es ocupada, se acumula como la temida grasa.

"El arroz y los fideos se deben consumir siempre en combinaciones, por ejemplo con porotos o lentejas", aporta Margaret Caro de la UA.

Cuidado a quienes les gusta agregar carne o longaniza a las legumbres, platos tan solicitados en estos días invernales, ya que podría tener riesgo de enfermedad cardiovascular debido a las grasas saturadas.

Lo que nos lleva a las sopaipillas, calzones rotos y papas fritas, que tienen cereales refinados, grasa y azúcar, combinación ideal para formar tejido adiposo asociado a la resistencia a la insulina y a todas las enfermedades crónicas.

"No los recomiendo ya que son altamente calóricos y no aportan nada, al igual que las bebidas alcohólicas, salvo el vino que tiene componentes fitoquímicos y que se recomienda 1 a 2 copas al día con las comidas", recetó Rocío Martínez de la U. Mayor.

5 porciones diarias de fruta y/o verdura es lo recomendado por los expertos para mantener una dieta equilibrada en todas las estaciones del año.

2 a 3 veces por semana se debe comer legumbres siempre combinadas con una porción pequeña de cereales, arroz, pasta o papas, para así lograr completar la proteína.

1 trozo mediano de carne blanca dos o tres veces por semana es la sugerencia de los nutricionistas, además de uno mediano de carne roja sólo una vez a la semana para mantener una dieta saludable.