El robo de vehículos se ha convertido en un dolor de cabeza tanto para las víctimas como para el Servicio de Encargo y Búsqueda de Vehículos de Carabineros que deben agotar sus recursos para dar con estas máquinas que desaparecen misteriosamente.
Sabemos que muchos de ellos son robados para "carretes juveniles" siendo más tarde abandonados con algunos daños. Otros son robados para desmantelarlos y venderlos por piezas según los encargos, y un grupo de ellos sustraídos para ser vendidos y con estos recursos traficar droga hacia nuestro país.
Para tranquilidad de los automovilistas, gran parte de los vehículos son recuperados y unos pocos desaparecen para siempre. Pero las denuncias de robos van en aumento, lo que demuestra que éste se ha convertido en un negocio atractivo para bandas criminales organizadas.
Pero de ese 20 por ciento que no se logra recuperar surge un negocio que está generando importantes ingresos a bandas criminales.
Los desmanteladores de autos que usan talleres clandestinos para desarmar un vehículo trabajan cada vez más organizados. Lo mismo ocurre con los que usan las camionetas y los SUV para venderlos en el extranjero y transarlos por droga.
Para controlar este primer delito, debiera existir un registro de talleres mecánicos y de desarmes, con el fin de saber qué máquinas entran a este proceso.
Respecto al robo de vehículos de mayor cilindrada y todo terreno para pasarlos por la frontera, no queda otro camino que extremar los cuidados en seguridad y proteger la patente para evitar clonaciones, junto con dar aviso oportuno a personal de Carabineros.
Si intensificamos las medidas de protección y resguardos necesarios, estaremos combatiendo efectivamente este delito que se intensifica cada año y que genera millonarias pérdidas, sobre todo a quienes no cuentan con los recursos para asegurarlo.