A propósito de un bus
La iniciativa de esta investigación permite, además, un aprovechamiento seguro para el lupino dulce que se cultiva ampliamente en La Araucanía. Se supone que la democracia sería el medio ideal para proponer, dialogar y debatir con altura de miras.
Al parecer, su mensaje dice relación con temas sobre el derecho y la libertad de los padres y familias en la forma en que quieren educar a sus hijos. Basado en lo anterior, es que manifiestan que no están disponibles para que en las escuelas se les eduque respecto de algunos asuntos llamados valóricos y que ellos no comparten. Su malestar sería porque sienten que en todo esto, el Estado no solo vulnera este derecho consagrado en la Constitución, sino que además se les está imponiendo por la fuerza, cosa que no estarían dispuestos a aceptar. Tendría que ver con la forma de entender la sexualidad humana y su forma de ejercerla, la diversidad sexual y la identidad de género. Por otra parte, otros que piensan distinto al respecto, o que promueven la diversidad sexual como un valor y fruto de una nueva cultura progresista, dicen percibir en el mensaje de este bus, odio, discriminación, intolerancia y ofensa. Esta discrepancia se tensionó, trasladándose a los medios de comunicación y redes sociales, como a las autoridades mismas en forma poco serena, y no faltó quienes demostraron su desacuerdo mutuo mediante la agresión y descalificación. Podemos preguntarnos, ¿por qué, promotores de determinadas ideas, demandas o denuncias, no pueden manifestarse públicamente con toda libertad, sin que nadie busque atacarles o agredirles por lo que consideran una lucha justa?. ¿Por qué, solo los que comparten mis convicciones son tolerantes, y los otros no? ¿Porqué, por el solo hecho de tener una mirada distinta, se debe ser objeto de toda clase de agresiones?. ¿Por qué, una confesión religiosa que basada en su fe, sostiene una posición acerca de un tema en debate público, deba sufrir de una contraparte ofensas, rayados a sus templos, e incluso la interrupción a gritos de la celebración sagrada de su culto? Buscar dañar, silenciar, excluir, considerar un enemigo a quién piensa diferente, nos retrae a totalitarismos y dictaduras que creíamos superados.
Se supone que la democracia que reconquistamos a un costo muy alto, sería el medio ideal para proponer, dialogar y debatir con respeto y altura de miras, sin temor, todas las ideas para salvaguardar los derechos de todos, sin excepción. El Estado y sus Poderes, deberían ser ejemplo en promover y defender esto. Se trata de asegurar la amplia participación ciudadana en los grandes debates, la opinión de los diversos sectores, favoreciendo el acuerdo democrático, propio de una política republicana y representativa.
Héctor Vargas Bastidas, obispo de Temuco