América Latina durante muchas décadas fue pasto de crueles dictaduras, tanto militares como de ciertos personajillos: Duvalier "Brujo" Somoza y Noriega, "gozadores del poder".
En pleno siglo XXI el mundo ahora ve aparecer otros fantasmas: los llamados populismos y progresismos. Un cientista político sostuvo hace poco que con la desaparición del Comunismo y su lucha de clases las democracias en el mundo se fortalecerían, sin embargo, ello no ha ocurrido por la aparición de estos dos nuevos caminos.
El Marxismo no existe y ya no es el principal enemigo de la democracia y la libertad de los pueblos, sólo quedan a mal traer Cuba, Corea del Norte y Venezuela.
El marxismo es ahora una ideología residual y sus seguidores, grupos o "grupúsculos" están en los márgenes de la vida política de las naciones.
Pero miremos con responsabildad estos nuevos fantasmas que emergen de la degeneración de las propias democracias.
Ya no se puede pensar que ello ocurrirá sólo en el tercer mundo. Ahora se están abriendo paso en los países desarrollados. Intentan echar raíces en Gran Bretaña, Francia, Holanda y en los propios Estados Unidos con la aparición de Trump y sus teorías racistas y nacionalistas.
El populismo hace llegar, primero, con elecciones a estos representantes en su gran mayoría demagogos como ocurrió, por ejemplo, con Hitler en Alemania y Mussolini en Italia, responsables de la Segunda Mundial que significó más de 30 millones de muertes, muchos civiles que no combatían.
Desgraciadamente en nuestra América Latina han avanzado como una lenta mancha de aceite: Venezuela, Ecuador, Argentina con los Kichner, en Estados Unidos con Trump, en Ecuador con Rafael Correa y en Bolivia con Evo Morales.
Esta columna la hago pensando en Chile y sus próximas elecciones en noviembre, incluida la Presidencial. Me alarma la cantidad de aspirantes que no tiene instituciones políticas propias. No tienen programas, solamente la oferta fácil de que solucionarán los problemas del país en forma rápida, casi mágica, cuando sabemos que generalmente las soluciones son a tiempos largos, tanto en educación, salud, protección social, pensiones, delincuencia y concentraciones de poder económico para ínfimas minorías que actúan muchas veces con egoísmo contra las grandes mayorías.
Es recomendable que casi el 70 % que no ha concurrido a las urnas vaya en esta oportunidad para cerrar el paso a los populismos y los progresismos que son la misma cosa.
Roberto Muñoz Barra exsenador, presidente Instituto
Estudios Públicos Social Demócrata