"El Estado-Nación es una ruca incómoda para todos"
El periodista y escritor, Pedro Cayuqueo (Puerto Saavedra, 1975), siempre tuvo problemas con la historia de Chile. "¿Por qué hablan de desastre si Curalaba fue la mayor victoria de nuestros antepasados?", piensa en su etapa escolar, en la que lee que las machis son brujas, el pillán un demonio y su espiritualidad supersticiones.
En Historia secreta mapuche (Catalonia) -primer volumen de una trilogía-, Cayuqueo incluye las memorias de cronistas que recorrieron, en tiempos pasados, el Wallmapu libre; donde lejos de la caricatura de "salvajes y bárbaros" su pueblo es rico y ganadero. Una crónica periodística que, en 372 páginas, fluye de manera diferente, casi en lenguaje cinematográfico.
- ¿Por qué decide reescribir la historia mapuche?
- Existe un vacío en la historia escolar sobre lo que pasó con el pueblo mapuche en el siglo diecinueve. No se cuenta la guerra que las repúblicas de Chile y Argentina, de manera coordinada, llevaron a cabo contra un país mapuche independiente, rico, que se extendía desde el Atlántico al Pacífico. Me parece relevante contar esta historia a jóvenes y niños, llenar ese vacío que explica mucho del conflicto actual. Es una labor casi de pedagogía.
- En el colegio hablan en pasado del pueblo mapuche, ¿cuál es el motivo?
- La sociedad mapuche tras la inicial Guerra de Arauco y los tratados con la corona española vivió una verdadera época dorada en lo económico, cultural, un apogeo del cual poco se habla. Ello éramos en 1810, al momento de las independencias criollas; un pueblo organizado en clanes territoriales, con grandes lonkos o caciques y con una economía pujante basada en el comercio de ganado, caballares, textiles y sal en las pampas. El mito del mapuche pobre, salvaje, bárbaro fue obra de Sarmiento, Barros Arana y Vicuña Mackenna, historiadores e influyentes intelectuales que nos retrataron de la peor forma para lograr de la opinión pública el apoyo a la invasión militar. Es aquel paradigma del Chile blanco, europeo y "sin indios" el que se enseña todavía en los colegios.
- Precisamente, se habla de un conflicto de 500 años, sin embargo, usted dice que no tiene más de tres o cuatro generaciones.
- Esto tiene que ver con nuestros bisabuelos y las jóvenes repúblicas, para nada con los españoles. Por eso el libro cierra con el título de merced que en 1894 el Estado chileno y los militares entregaron a mi ancestro el cacique Luis Millaqueo en Ragnintuleufu, Entre Ríos, en la hoy comuna de Nueva Imperial. Él nació en un país mapuche libre que era vecino de Chile y Argentina, no parte de Chile y Argentina. Y murió en un Wallmapu bajo ocupación extranjera.
Cambio cultural
- ¿Por qué hay que cuestionar la matriz de Estado-Nación?
- Porque no da cuenta de la realidad de Chile ni del mundo moderno. En el mundo el noventa por ciento de los Estados son plurinacionales, es decir, conviven bajo un mismo marco estatal varias naciones. En Europa es muy gráfico; España, Bélgica, Francia, Italia, Gran Bretaña, son plurinacionales. Es también la realidad de Latinoamérica y de Chile, donde hay nueve naciones originarias que deben ser reconocidas y sus lenguas, culturas, derechos políticos ser garantizados en un marco estatal distinto. El Estado-Nación es una ficción del siglo diecinueve que debemos dejar atrás. Es una ruca incómoda para todos. Y nos quedó chica.
- ¿Cómo se resuelve el conflicto si la historia que nos contaron está mal escrita?
- Se resuelve educando a las nuevas generaciones, no hay atajos posibles. Yo creo que el cambio cultural es lo único que nos puede salvar de la violencia fratricida y el agarrarnos a palos entre primos, que eso somos los mapuche y los chileno-argentinos. Educar en este nuevo paradigma intercultural, plurinacional, es clave. Conocer al otro. Saber su historia, el porqué de sus dolores, de la rabia, del resentimiento acumulado. Yo creo en el diálogo político y la solución pacífica del conflicto.
- ¿A qué se refiere cuando dice que hay que avanzar hacia una utopía compartida?
- Me refiero a la utopía de un Wallmapu que es interétnico, no estamos sólo los mapuche viviendo en él. Hoy incluso somos minoría demográfica en nuestro hogar nacional. ¿Qué hacer con los no mapuche que viven en Wallmapu hace más de cien años? ¿Sacarlos a todos? Es absurdo. La utopía mapuche del siglo diecinueve, incluso en la etapa independiente, fue la de un territorio soberano asociado a las nacientes repúblicas, tal vez al estilo de Quebec en Canadá. Hoy debemos insistir en ello y buscar la fórmula política que lo permita, ya sea una autonomía regional pluriétnica u otro mecanismo.
- Este libro es una memoria histórica, ¿qué tergiversaciones, secretos y silencios esconde la historia mapuche?
- La historia mapuche al igual que la historia de muchos pueblos no es idílica ni perfecta, tiene sus propias vergüenzas. La sociedad mapuche en el siglo diecinueve era -contrario a lo que se piensa- muy estratificada, con clases sociales muy marcadas, linajes poderosos y otros no tanto, con castas militares y otras de comerciantes que muchas veces se enfrentaron por el poder y la representación. El rol de la mujer en aquellos tiempos también es polémico, los cronistas lo señalan, era de total subordinación al hombre, era una sociedad patriarcal y eso hoy claramente sería cuestionable.
- La historia mapuche es épica, hay un capítulo que se llama Game of Lonkos, eso despierta la curiosidad...
- Lo digo en el prólogo, la historia mapuche del siglo diecinueve es tan o más épica que la que aprendemos en la escuela de la Guerra de Arauco y los héroes de Alonso de Ercilla. Hay grandes líderes, riqueza económica, cultura, la vivencia de los mapuche en las pampas trasandinas nada tiene que envidiar a los mongoles, los grandes clanes de guerreros eran nuestros samuráis, existían linajes en conflicto, un Juego de Tronos político b-ien sorprendente, en fin, hay material para varias series de Netflix allí. Como no soy académico ni escribo para la academia puedo darme estas licencias narrativas y así conectar con el público masivo usando íconos de la cultura popular.
"Soy periodista y lo más cercano en la cultura mapuche a esa labor es la del weupife, quien debe almacenar y relatar la historia de nuestro pueblo"."