"Hay un problema de desconexión con el sentir y la sensibilidad nacional"
ENTREVISTA. Explica la tendencia del Gobierno a cometer errores no forzados, en la que ve razones coyunturales e históricas ligadas a que la centroderecha suele mostrar una actitud más bien reactiva.
- ¿Usted cree que el hecho de que el Gobierno aparezca administrando temas como la agenda valórica, que no estaban en su planteamiento inicial, lo hace presa de errores no forzados?
- ¿Tiene la impresión de que en este Gobierno existe cierta tendencia a los "autogoles"?
- Hay dos problemas. Uno es la aparente desconexión de la elite que nos gobierna con la calle. Si uno anda en Metro, se sabe que nombrar embajador en Buenos Aires al hermano del Presidente es complicado. Si uno viaja en Metro sabe que es raro que el hijo del ministro del Interior sea director de eventos o que es complejo que el ministro de Hacienda viaje a una reunión de compañeros en Harvard, en primera clase, pagado por el Estado. Ahí hay un problema de desconexión con el sentir y la sensibilidad nacional que me parece súper complicado, porque creo que es la receta perfecta para hacerse todos los autogoles del mundo. Se los pueden comer todos si no tienen esa sensibilidad fina con lo que la gente percibe. Y después hay un problema que es más estructural, que tiene que ver con el hecho de impulsar una cancha propia y no la que te rayó el del frente. Para eso debes evitar los autogoles que se comen todas las semanas, porque estuvimos dos semanas hablando del hermano del Presidente. Y debes impulsar con energía tu propia agenda. Lo que este Gobierno tímidamente ha esbozado es una agenda social con prioridad en los más vulnerables. Se supone que el ministro Alfredo Moreno iba a llegar muy empoderado y lo hemos visto poco. Ahí, cuando no tienes mucho que decir, el recipiente siempre se tiene que llenar con algo. Y si no lo llenas tú lo van a llenar tus adversarios. Ahí veo al Gobierno con destellos, pero débil.
- ¿Hay alguna raíz más bien histórica en la centroderecha que explique este comportamiento?
- ¿Percibe que para la centroderecha la lealtad se lee en un código más bien de tipo familiar?
- Las acusaciones de nepotismo se han sucedido en varias administraciones de todos los signos. ¿Usted cree que las referencias a nepotismo ahora son más profundas de lo que se había visto hasta ahora?
- ¿Cómo cree que fue la actuación del Gobierno en el caso de la designación de Pablo Piñera?
- Cuando Axel Káiser le planteó a Mario Vargas Llosa, en un conversatorio, si es que, desde la perspectiva del liberalismo, existen dictaduras mejores que otras y el escritor peruano reaccionó señalando que "no te acepto esa pregunta", usted escribió una columna en la que reprochó la incapacidad del premio Nobel de ofrecer una reflexión respecto de ese punto. ¿A qué se refería con eso?
""
Daniel Mansuy, académico de la U. de Los Andes e investigador del IES, sobre la marcha del Gobierno:
Mauricio Mondaca L. cronica@australtemuco.cl
La desconfianza del Presidente al forjar sus relaciones políticas y una cierta tendencia de la derecha a los "autogoles" son factores que no pueden quedar fuera de un análisis a los primeros meses de la segunda administración de Sebastián Piñera. Así lo cree Daniel Mansuy, académico de la Universidad de Los Andes e investigador del Instituto de Estudios Sociales (IES).
Filósofo, magíster en Fundamentación Filosófica y máster y doctor en Ciencia Política por la U. de Rennes, Mansuy agrega que el fallido nombramiento de Pablo Piñera como embajador de Chile en Argentina fue paradigmático: "O bien el Presidente no escucha a sus asesores o bien sus asesores no se atreven a decirle las cosas. Ambos casos son graves".
De acuerdo a su análisis, hasta ese episodio Piñera "se había mantenido al margen de los errores. Y ahí quedó metido en el peor error". Mansuy discrepa también del Premio Nobel Mario Vargas Llosa tras el episodio con Axel Káiser y el "no te acepto esa pregunta", cuando fue conminado a reflexionar respecto de si hay mejores dictaduras que otras o, si se quiere, algunas menos malas que otras.
- El Gobierno llegó en un escenario en el que la administración anterior dejó muchas cosas que no estaban cerradas, como el protocolo para el aborto en tres causales y hoyos financieros aparentemente bastante significativos. Y el mal llamado tema valórico es uno de los temas que más tensa a la coalición oficialista. Tienen que buscar un equilibrio entre las diversas visiones que hay, pero también requiere mantener algunas convicciones sobre algunos temas. Al fin y al cabo, Sebastián Piñera fue crítico de la identidad de género mientras era candidato y siempre ha sido contrario al aborto. La derecha tampoco puede venderlo todo al mejor postor en dos días si cuando el Presidente era candidato se mostraba crítico frente a estas cosas.
Los errores no forzados
- Esto tiene un motivo de más largo plazo y que es que la derecha tiende a tener una actitud más bien reactiva. Le cuesta mucho ser propositiva y, como tiene divisiones internas, se le hace más complicado. Pero el talento político se muestra en estas instancias. Que es complicado, sí que lo es, pero el Gobierno tiene las herramientas para hacerlo: obtuvo 54% de votación en la elección, lo que le da una alta legitimidad. Y aunque es verdad que no tiene mayoría en el Congreso, la oposición está dividida como nunca. Hay dificultades, pero también oportunidades. A la derecha le ha costado mucho impulsar una agenda propia y no vivir al ritmo de lo que le quieren decir los demás. Gastar mucho tiempo en la agenda valórica es una excelente manera de jugar en una cancha que no marca la derecha, que la divide y que no es prioridad para ella. Es un poco ridículo sacar el 54% para seguir hablando de las cosas que los demás quieren que se hable.
- Yo lo graficaría así: Sebastián Piñera, quien tiene muchas virtudes, ganó una elección por segunda vez, lo que no es poco para alguien de derecha, tiene una característica y es que se rodea de círculos de confianza personal. Pueden ser o no familiares o ambos a la vez, como es el caso de Andrés Chadwick. Pero las confianzas políticas a él le cuestan. Si te das cuenta, los ministros políticos están en carteras sectoriales, como Justicia, Defensa, Vivienda y Trabajo. El resto son personas que le responden a él. Y eso es un déficit de la estructura.
- Es peor porque la derecha carga en esto con una mochila más pesada. La derecha carga con el estigma de ser poco meritocrática, de ser un grupo de familias 'o los amigos de' que estudian en los mismos colegios y veranean en el mismo lugar. Más allá de si en los números es o no, igual uno debería tener conciencia de la sensibilidad. En este caso se ve peor y el efecto político es desastroso. Lo que se ve es que uno no es hijo, sobrino, primo o yerno, por lo que no hay posibilidades. Esa es la sensación que queda, entonces deberían ser más cuidadosos, sobre todo en La Moneda.
El caso Pablo Piñera
- Fue el caso paradigmático de una decisión en la que el Presidente o bien no escucha a sus asesores o bien sus asesores no se atreven a decirle las cosas. Ambos casos son graves. Porque los asesores son las personas que conectan con el entorno a alguien que está naturalmente encerrado. Mi hipótesis es que o se lo dijeron y no escuchó o su entorno no le dijo. Las dos posibilidades me parecen muy graves y el paradigma de un caso en el que se tomó una decisión sin ninguna sensibilidad sobre lo que está pasando en el mundo. No había que ser un genio para saber que esto iba a generar mucha bulla en un momento innecesario, cuando al Gobierno le estaba yendo bien. No tengo una bola de cristal, pero puede ser como el Barrancones del Gobierno anterior. Hasta ahí Sebastián Piñera se había mantenido al margen de los errores y ahí quedó metido en el peor error. Los errores habían sido de Varela y de otros, pero Piñera había estado más callado. Se expuso en primera línea. Creo que es un error grave que le puede costar caro.
El episodio Vargas Llosa
- Creo que la respuesta de Vargas Llosa es políticamente impecable en la medida que recoge lo que hay en el ambiente y lo que la formulación de la pregunta suponía. Lo que Káiser quiso hacer fue justificar la dictadura en Chile y eso Vargas Llosa lo captó muy bien. Intelectualmente es una respuesta impresentable, porque la teoría política obviamente lo que hace es, desde Aristóteles, comparar regímenes y tratar de establecer puntos de comparación para saber cuáles son mejores que otros.
La derecha carga con el estigma de ser poco meritocrática, de ser un grupo de familias o los 'amigos de' que estudian en los mismos colegios y veranean en el mismo lugar. Más allá de si en los números es o no, uno debería tener conciencia de la sensibilidad".