Ley de Presupuesto
El Gobierno ha demostrado con creces los avances que puede lograr, y aunque aún queda mucho por realizar, ¿por qué limitarlos a mitad de camino?
Heredamos una difícil situación económica, el país que crecía con mucha debilidad, con un déficit insostenible en las cuentas fiscales y una deuda pública que se había duplicado en los últimos 4 años. Sin embargo, durante estos seis últimos meses se ha logrado avances impensados para el contexto social que vivíamos: mayor crecimiento, más seguridad, nuevos acuerdos en infancia y recientemente el Plan de desarrollo y paz en La Araucanía.
En ese contexto, me parece bastante lógico el presupuesto austero que se está proponiendo. Creo que el Gobierno cumplirá con las tareas que se propone. Más que grandes montos, al igual que en la economía familiar, todo dependerá de quién y cómo se administran los recursos.
Francisca Matamala
Conflicto Indígena y Plan Araucanía
El anuncio realizado por el Presidente de la República en lo que se ha dado a conocer como Plan Araucanía deja una sensación encontrada en quienes trabajamos por un desarrollo territorial más equitativo e incluyente.
Positiva, porque aborda al mismo tiempo las dimensiones económica, política, legal e institucional del problema, cuestión fundamental para avanzar en la solución de un problema complejo, que tiene múltiples causas y que requiere, en consecuencia, ser abordado de manera integral. Pero al mismo tiempo negativa, porque se construye desde el total desconocimiento del camino ya recorrido.
Negar los esfuerzos de gobiernos anteriores es sin duda una estrategia política, pero que en nada ayuda al logro del propósito. Continuar los aciertos y aprender de los errores sería muy útil en un contexto en que más de alguno de los anuncios recuerdan frustrados intentos previos, mientras que otros se podrían beneficiar, por ejemplo, del valioso recorrido realizado por programas como el PDTI-Indap, en materia de relacionamiento con las comunidades.
Aprender sobre lo recorrido es siempre una estrategia deseable en materia de política pública. Más aun ante un conflicto que requiere mucho más que un buen plan para resolverse. Necesitamos dialogar sobre sus causas profundas, incorporando de forma decidida la voz de las comunidades y de otros actores involucrados en un conflicto que además de indígena, es marcadamente territorial.
María Ignacia Fernández, directora Rimisp - Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural
Nación chilena
El concepto de nación denota la idea de un grupo humano depositario de un conjunto de valores que se ha ido configurando a través de la convivencia prolongada a lo largo de varias generaciones; es una unidad de existencia histórica, una verdadera familia espiritual que ha hecho grandes cosas en el pasado y que desea continuar haciéndolas en el porvenir.
La nación chilena la hemos construido entre todos: por los pueblos originarios; por los españoles que en el siglo XVI nos trajeron su civilización, su cultura y su religión; y por los inmigrantes llegados posteriormente de otras latitudes y sus descendientes.
El director supremo Bernardo O'Higgins, en un decreto firmado el 3 de junio de 1818 bajo el título "Denominación de chilenos", concluía con la siguiente frase: "Entendiéndose que respecto de los indios, no debe hacerse diferencia alguna, sino denominarlos chilenos según lo prevenido arriba".
Si somos todos chilenos, ¿cuál es la razón que justificaría el empeño por disgregar a los integrantes de la familia chilena y de separar a sus miembros entre "indígenas" y "no indígenas", discriminando entre ellos?
Adolfo Paúl Latorre
Seguridad y aulas
Hace menos de un año, pudimos ver como dos o tres jóvenes con trajes blancos avanzaban con bombas molotov encendidas en sus manos hacia un par de carabineros, uno de ellos un oficial, sin trajes especiales que los protegieran, y éstos se veían obligados a huir, literalmente corriendo del lugar. Meses después de aquel decepcionante espectáculo uno ya no se asombra de ver unos jóvenes rociando con bencina a personal administrativo de un liceo o persiguiendo con bombas encendidas en la mano a cualquiera que se les cruce. Ya vimos que la policía, sea por sus protocolos o por lo que fuere, no puede o no quiere usar sus armas en legítima defensa y debe arrancar, entonces, ¿qué queda para el ciudadano común?
Esas situaciones envalentonan a los muchachos y, así se hace cada vez más frecuente amenazar impunemente a la autoridad cuando trata de controlar sus acciones, al producirse el síndrome "No me podís disparar" que vimos hace poco en el aeropuerto. Afortunadamente sin consecuencias fatales para el carabinero ni para el infractor.
La legislación Aula Segura fue bautizada con un nombre marquetero y ojalá se apruebe, pero la seguridad la necesitamos todos, entre otros, el personal de los colegios y la ciudadanía que quiere circular tranquila por las calles.
El verdadero epicentro de la inseguridad no está precisamente en las aulas.
José Luis Hernández Vidal