Cuando hablamos de Derechos Humanos la tendencia es a asociarlos sólo con luctuosos episodios políticos, apremios ilegítimos, desapariciones forzadas, ajusticiamientos sumarios, etc.
Así, a menudo olvidamos los desamparos y angustias que implican otras violaciones de derechos esenciales de muchos compatriotas que las padecen indefensos e inermes. En ese contexto, vale preguntarse por qué casos de esta naturaleza suelen pasar inadvertidos y sólo son conocidos cuando el periodismo los devela o la prensa acoge informaciones de personas que, conminadas por su integridad moral y los deberes que ésta conlleva, los denuncian a través de los medios de comunicación o las redes sociales. Esto significa que son muchos los acontecimientos que atentan contra la dignidad humana que nunca llegan a conocimiento de la opinión pública y que constituyen la cifra negra que si fuere medible podría mostrarnos un panorama dantesco.
Con lo expuesto intento resaltar dramas que sufren numerosos habitantes del país y que representan falta de humanidad y un predominio cada vez mayor del individualismo y el hedonismo.
Esos hechos han causado indignación y en muchas personas han apretado corazones y abierto las compuertas del llanto.
Me refiero, por ejemplo, a lo ocurrido en Arica, donde un niño de sólo dos años, hirviendo en piojos y abandonado por su madre alcohólica, encontró en una perrita que lo amamantó la oportunidad de sobrevivir. También aludo a la conductora del tristemente célebre Transantiago, quien por carecer de una sala cuna para su hijita enferma y de menos de dos años, debió llevarla a su lado mientras cumplía sus labores. Además, apunto al conductor de la locomoción colectiva de La Serena, quien con 71 años sobre su espalda debió trabajar entre 10 y 12 horas diarias, llevando junto a él a su mujer afectada por un avanzado Alzheimer.
Por otra parte, no es posible ignorar a los 4 niños del casi tenebroso Sename que ingirieron vidrio molido para llamar la atención por la lentitud de la fiscalía de Coronel en la tramitación de sus causas.
Son tantas las interrogantes que surgen de situaciones como las descritas, y de muchas otras invisibilizadas por el individualismo que corroe el alma nacional, que es válido concluir preguntándonos: ¿qué nos está pasando?
Roberto Muñoz Barra Exsenador y Presidente Instituto Estudios Públicos Social Demócrata