Más de 4 millones de personas son hipertensas en Chile. Muchos no lo saben. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad afecta a más de mil 500 millones de personas en el planeta, y se cree que anualmente son más de nueve millones que mueren a causa de enfermedades asociadas a la hipertensión.
La OMS cataloga a la hipertensión como uno de los problemas de salud pública más importantes, y capaz de causar cerca del 30% de los fallecimientos en el planeta.
De ahí que es importante hacer conciencia respecto a un mal que puede tener muy pocos síntomas, hasta cuando ya es crítico.
La mala alimentación, especialmente el alto consumo de sodio, el sedentarismo, el fumar y el estrés se cuentan como las principales variables que contribuyen a la hipertensión arterial, o presión sobre lo normal en las arterias. La hipertensión puede conducir a infartos, enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.
Es necesario, entonces, tomar medidas que prevengan el desarrollo de la enfermedad. Medidas que tienen que ver con el autocuidado y observar el desarrollo de conductas y hábitos de riesgo en cada uno de nosotros, a partir de los factores de riesgo de esta enfermedad.
Si bien se trata de un problema de salud pública, el Estado ha realizado esfuerzos por contribuir a fomentar una alimentación sana e informada. La Ley de Rotulado, por ejemplo, es un avance.
Pero parte importante de la responsabilidad es de carácter personal. Evitar el alto consumo de sal y de grasas saturadas, observar el consumo de sodio, dejar de fumar y realizar actividad física es cuestión de decisiones individuales, decisiones que pueden hacer la diferencia entre la salud y la enfermedad, la vida o la muerte.
Es tiempo de tomar en cuenta y con la seriedad que corresponde los efectos que puede tener la hipertensión, efectos que terminan golpeando no sólo a quien la padece, sino también a su entorno más cercano.