Polarización
Todos los días sufrimos la cada vez más violenta, polarización provocada por minorías osadas que van tras sus propias agendas.
Tenemos que reaccionar identificando y focalizándonos en las cosas que nos unen. Por ejemplo: nos debemos respeto, queremos ser sanos, educados y felices, queremos vivir en familia, queremos trabajos sustentables y bien remunerados, queremos un futuro en que desarrollemos integralmente el país y terminar con la pobreza, queremos un Estado ágil, eficiente y no burocrático, queremos políticos normados por un sistema de gestión de calidad de la política y otros.
En ocasiones de violencia, incluidas las tomas "pacíficas", es el Gobierno el que debe actuar con eficiencia y con la fuerza proporcional, haciendo respetar los derechos acordados entre todos.
Es menos lo que nos separa, y que son, por diferencias a veces inducidas por la desinformación e ignorancia o por ciertos ideologismos exacerbados que podemos debatir en paralelo a lo que avanzamos y aislamos a los violentistas.
Jorge Porter Taschkewitz
Integración vertical y Ley de Fármacos II
La alta integración vertical que existe en Chile entre las tres grandes cadenas -que tienen el 90% del mercado- unidas a empresas de distribución, comercialización de medicamentos y a laboratorios es un tema que preocupa y se espera que sea posible incluir cambios cuando se debata nuevamente en el Senado la Ley de Fármacos II para beneficio de los pacientes.
Las consecuencias de esta integración son varias: se pierde el objetivo primario de la regulación que es mejorar la oferta de fármacos y el acceso de los pacientes a los medicamentos; y se genera un efecto económico que redunda en el desincentivo para la inversión extranjera en el sector de salud chileno. En ese contexto, el Estado tiene un rol relevante para que la legislación dé certezas, en vez de dudas, respecto de incentivar la entrada de actores que aseguren un equilibrio entre eficacia, calidad y accesibilidad para la población.
Promover el acceso a terapias de calidad con garantía de eficacia y seguridad, y a un precio más asequible también debe ser un objetivo. Si bien la Ley de Fármacos II propende a una mayor información y disponibilidad de medicamentos bioequivalentes, no obliga a una certificación exhaustiva y no lo vincula a una fiscalización real y clara de cómo se obligará a su cumplimiento. Nos preocupa que esa falta de claridad redunde en un reglamento laxo que no signifique cambios reales tanto en la producción y certificación, como en un mercado efectivamente más transparente e informado.
En suma, si la norma solo hace sugerencias y no establece mecanismos claros de obligatoriedad de certificación y de fiscalización para los fármacos bioequivalentes, se corre el riesgo que la situación sea similar a lo que tenemos hoy.
Christian Rodríguez Gerente General Synthon Chilee
Magistrados
De acuerdo a su definición general, un juez es "el que juzga y sentencia", y debe encarnar entre otras características, probidad sinónimo de "honradez, rectitud".
Luego de la lamentable, reciente y trágica determinación de un magistrado del Poder judicial de Rancagua y sin pretender prejuzgar ni mucho menos, o atar cabos de ninguna naturaleza; vienen al análisis en general muchas interrogantes, siendo una de las fundamentales la siguiente; ¿cuál es la probidad real que encarnan los señores jueces de los tribunales de justicia?, (humanos como todos, susceptibles de errar, de recibir influencias y presiones, se supone provistos de integridad y moralidad, posiblemente portadores de debilidades y fortalezas, etc., etc.), profesionales con gran responsabilidad, investidos de un poder terrenal para sancionar a otros seres humanos y que como sabemos en algunos casos son objeto de una alta desaprobación. Por ello, quizás sea tiempo de reconsiderar que mucho más ecuánime y seguro para la sociedad, podría ser si la mayoría de las determinaciones y sanciones en muchos ámbitos procesales fuesen determinados por una mayoría de jueces de una terna y muy importante, también considerar que ellos a objeto de no solo representar sino que transparentar su probidad; pudieran estar sujetos al azar y periódicamente a una suerte de examen, que la ratifique; efectuada por una suerte de contraloría interna también generada aleatoriamente; pues con el debido respeto y como autoridades, no son dioses ante sus semejantes, eximiéndose de algún sistema efectivo y práctico de control y confirmación.
El mundo real habla y viene señalando que algunos magistrados podrían ser cuestionables frente a la sociedad que representan.
José Manuel Caerols Silva