Eduardo Henríquez O.
Desde que dejara de funcionar el segundo y último ascensor en uso que facilitaba el acceso a los pisos superiores a sus habitantes, la comunidad de la histórica Torre Caupolicán de Temuco comenzó a hacer pública su molestia por lo acontecido y a dejar al descubierto una serie situaciones, como deudas con empresas proveedoras de servicios básicos y morosidades internas que espera ver resueltas por el bienestar colectivo. Es así como hoy, precisamente, está programada una reunión convocada por la administración para abordar lo acontecido.
Mientras por carriles paralelos se reclama problemas de convivencia y de administración, lo cierto es que - en los hechos - hasta ayer los cohabitantes de este edificio de 21 pisos llevaban 12 días sin servicio de ascensores, sin poder utilizar este mecanismo para acceder a los pisos superiores desde la recepción y viceversa, lo que tiene preocupada a la comunidad, sobre todo por las complicaciones que esto genera para las personas con dificultades de movilidad y para adultos mayores que viven allí, especialmente, en caso de emergencias.
Así lo plantea Pilar Muñoz, propietaria de uno de los 97 departamentos que integran esta construcción originaria de los años 70's, y que complementan 21 oficinas y 8 locales comerciales.
Luego de subir 13 pisos para llegar a su hogar, la propietaria toma aire para dar a conocer su parecer sobre lo que está viviendo el grupo humano que habita este edificio.
"La verdad es que esto es un enredo que viene arrastrándose de la administración anterior. Aquí ninguna administración ha sido perfecta. Yo lo único que pido es que piensen en la comunidad, porque quienes sufrimos todo esto somos los que vivimos día y noche aquí", opina Pilar Muñoz.
Con treinta años en la torre, 21 de ellos en calidad de propietaria, esta vecina recuerda que desde septiembre de 2018 la comunidad se quedó con un solo ascensor para utilizar y el otro presentó desperfecto un día antes de que empezara agosto de este año, por lo tanto, ayer sumaban 12 días sin servicio, con los costos que eso significa.
A su parecer, esto "se les fue de las manos" y para peor la comunidad está dividida, no hay entendimiento entre la administración actual y la anterior, y el acceso al edificio "parece diario mural", acota, en referencia a una serie de papeles colgados en los muros entre los cuales figura una deuda impaga de 1 millón 873 mil pesos a la compañía de energía eléctrica y una lista con nombres, apellidos y montos adeudados por vecinos en materia de gastos comunes.
"La gente no les ha pagado y me incluyo. Hay un acuerdo: que mientras no se vea una solución vamos a seguir así. Eso explica la nómina publicada en el hall de acceso", precisa Pilar Muñoz, quien agrega que vale considerar que entre los habitantes de la torre hay personas que pasan los 100 años de edad.
A participar
También habitante del piso trece del edificio, Helen Hernández, quien vive junto a su esposo y su hija de 3 años de edad, considera que no contar con ascensores es "catastrófico".
"Esto está mal, es frustrante. Yo llevo casi cuatro años acá y dado lo que pasa hoy me he tenido que mentalizar para asimilar que seguramente el arreglo de los ascensores tendrá para rato", admite.
Hernández informa que asistirá a la reunión de hoy porque le interesa saber qué pasará, aclarar su situación personal con comprobantes en mano y participar del diálogo.