Demandas sociales
Hola, somos pichikeches del Chilkatuwe San Pedro de Rapa, y hoy queremos dar nuestra opinión en relación a lo que esta sucediendo en el país.
Tenemos rabia, tristeza y a ratos un poco de miedo, rabia por que no nos gusta que las pensiones de nuestros abuelos sean tan bajas y no puedan descansar por que tienen que trabajar, o que si alguno de nosotros/as se enferma tengamos que estar todo un día esperando a que la atiendan en algún consultorio o hospital público, que nuestras madres y padres tengan que trabajar todo el día y no tengan tiempo para pasar en familia.
Tristeza porque el Presidente no escucha nada de lo que la gente a gritos demanda y pareciera que a él solo le importa el dinero, nunca da soluciones ni respuestas a lo que le piden las personas que se manifiestan ya sea en la calle o de alguna otra forma.
A veces sentimos miedo por los militares y carabineros, porque disparan lacrimógenas y perdigones y no queremos que nadie más sufra, que nadie más pierda un ojo. Pero sí, las cosas tienen que cambiar y por eso hay que seguir luchando.
Alumnos de la Escuela Chilkatuwe San Pedro de Rapa de Padre Las Casas
Austeridad
En tiempos difíciles o no, cuando se opta por ser austero no se puede exigir serlo a los demás, como requisito "sine qua non" para concretar la decisión, que debería ser permanente. Basta con dar el ejemplo, sin enredar el accionar. Las circunstancias gravitacionales se encargan del resto.
Eco, con vista "transitoria" al Congreso: "El amor es uno, uno y nada más, lo demás es humo, humo que se va".
Jorge Saavedra Moena
¿Mueren las lenguas en el mundo?
El Dr. David Crystal (1941- ), destacado lingüista británico plantea la dimensión del problema en su texto "Language Death" (2000). El creciente peligro de desaparición de muchas, es motivo de preocupación entre quienes están comprometidos con el estudio de la "identidad cultural y lingüística de los pueblos". Afirma que de las 7.000 lenguas que aproximadamente existen hoy en el mundo, solo unas 600 están más o menos aseguradas en su devenir sin saber hasta cuándo.
En el Congreso Internacional de Lingüística de Quebec, Canadá (1992) se concluyó que "la desaparición de una lengua es pérdida irreparable para la humanidad… es urgente responder a esta situación promoviendo y respaldando programas en instituciones académicas para la elaboración de gramáticas, diccionarios, así como descripciones de los sistemas fonológicos, sintácticos y semánticos". Expertos sostienen que "muchas lenguas han desaparecido a lo largo de la historia, pero nunca en la extensión actual". Parte de las lenguas que hoy se estudian, a partir de ahora, ya no estarán disponibles para generaciones futuras. ¿Estamos dispuestos a cargar con la culpa de quedarnos donde estamos, sin hacer nada o poco?
Crystal afirma, también, que muchas lenguas ya se encuentran 'moribundas' y no pasarán las próximas generaciones. Dejar que una lengua desaparezca, es como decir que "sus hablantes mueren". Mucho más - al desaparecer- toda una cosmovisión del mundo se extingue gradualmente con las cogniciones propias de un pueblo. Una lengua no tiene existencia sin su 'gente' y muere cuando ya nadie la habla.
Bruce Connell , lingüista de la York University, Canadá relata que en 1994, cuando visitó Cameroon, Adamawa se encontró con varias "lenguas moribundas". Del "kasabe" había sólo un hablante que falleció en el 96. ¿Debiera sorprendernos la rapidez con que las lenguas se nos van?
Omer Silva Villena
Salus populi suprema lex est
Salus populi suprema lex est era el primer principio del Derecho Público Romano.
Siendo la conservación del orden público el deber primerísimo del Estado y que antecede a todos los demás; en circunstancias que los ciudadanos de nuestra patria están en la más completa indefensión ante las hordas de subversivos, delincuentes y terroristas que asolan el territorio, saqueando, destruyendo, incendiando, obstruyendo el tránsito y atemorizando a la población; lo que además de afectar gravemente la economía y de vulnerar los derechos humanos de millones de chilenos puede provocar la desestabilización del Estado, es preciso que las autoridades competentes repriman con el máximo de severidad el vandalismo y el pillaje.
A quienes ejecutan tales actos vandálicos no se les puede neutralizar con buenas palabras o con exhortaciones a la paz. La única forma de hacerlo es mediante la aplicación, enérgica y decidida, de la violencia física legítima -de la cual el Estado tiene el monopolio, a fin de evitar la guerra de todos contra todos-; aunque ello conlleve el deceso de muchos de tales vándalos.
El Estado no solo tiene el derecho sino que el deber de defenderse, con todos los medios posibles a su alcance, de personas o grupos subversivos o terroristas que ponen en riesgo la supervivencia del Estado y la existencia de Chile como una nación libre y soberana.
La salvación del pueblo es ley suprema.
Adolfo Paúl Latorre