Los gobiernos están tomando diversas medidas políticas, para amortiguar los impactos económicos del covid-19, privilegiando las personas más vulnerables que son los trabajadores de bajos salarios en hogares de bajos ingresos. Los expertos en salud pública recomiendan que las empresas alienten a los empleados a trabajar desde casa. Pero el trabajo remoto no es una opción para miles de trabajadores en sectores como el comercio minorista, restaurantes, servicios personales, trabajos puntuales sin continuidad, y los sectores informales. En estos campos, además, las situaciones de empleo son más precarias, los salarios tienden a ser más bajos y no pocos no tienen licencia por enfermedad remunerada.
Cuando por determinadas características del trabajo, la licencia no existe, los brotes de enfermedades como ésta, representan una carga excesiva para los trabajadores pobres y marginados, y exacerban la desigualdad económica y también contribuyen a la inequidad de género.
Las consecuencias del covid-19 han llevado a la reducción de la producción y a la quiebra de distinto tamaño de empresas, obligando a trabajar a tiempo parcial por menos ingresos, o perder empleos por completo.
Todo esto ha permitido a su vez, sacar a la luz pública la compleja situación en que vive una parte no menor de la población, como la enorme fragilidad del empleo en Chile. Podemos preguntarnos cuántos trabajan con un contrato laboral, que les asegure una remuneración justa a fin de mes, el pago de sus leyes sociales, el seguro de cesantía, acceder a créditos, a vivienda, salud y pensiones dignas? ¿Cuántos trabajan y sobreviven de una ocupación informal, y por ello no acceden a lo anterior? Corremos el riesgo que lo formal, de ser un derecho, se transforma en un privilegio para los menos?
En este sentido, en las últimas semanas, nuestras autoridades políticas han venido aprobando distintas leyes, y tomando una serie de medidas muy importantes, con el fin de aminorar el impacto social y económico de la pandemia, en modo particular en favor de los sectores más vulnerables, cosa que es justo reconocer y agradecer, porque van en la línea correcta. Sin embargo, el hecho de continuar anunciando nuevas medidas, puede ser señal que cada vez más se van conociendo nuevas y frágiles formas del submundo del trabajo y su drama humano, cuya realidad escapa al conocimiento oficial, y por ello no alcanzadas aún por estas políticas de auxilio.
Esta lamentable pandemia, puede ser una oportunidad para disponer de otro modo las prioridades esenciales de la gente, como el trabajo, a la hora de definir las grandes inversiones del mundo privado, como los presupuestos de la Nación.
Finalmente, en la persona de Lorena Durán (QEPD), un gran saludo a todas las trabajadoras y trabajadores en su día, que desde el ámbito que sea en que laboren, dan lo mejor de sí por los suyos y los demás.
Héctor Vargas, obispo de Temuco