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La ropa sucia se lava en casa
Tengo pena… Soy un futbolista retirado, y tengo pena… nunca pensé que en estos tiempos de pandemia pudiera haber algo que me toque el corazón tan fuerte como lo hace el hecho de ver la cruda realidad de la gran mayoría de nuestro pueblo y su sufrimiento día a día.
Pero como ya dije, soy un exfutbolista, quizás del montón, pero con un conocimiento y vivencias importantes en el contexto del fútbol profesional chileno (Bi-campeón con Cobreloa el 2003, 6 copas libertadores jugadas y un descenso con Deportes Temuco el 2005, entre otras cosas).
Esas vivencias, ese compartir a diario, esos años de preparación semanal para enfrentar como grupo, como equipo, como "una sola entidad" al rival de turno, en donde cada uno de los jugadores del plantel representaba una pieza indispensable para lograr el máximo rendimiento posible en busca del éxito cada fin de semana, todo eso yo lo interpretaba como "mi equipo es mi segunda familia", "yo dependo de ellos tal como ellos dependen de mi"… Tiempos hermosos.
Viví 14 años de fútbol profesional creyendo que había que demostrar a la sociedad chilena que el futbolista no es un borracho ni un mala clase ni un cabeza de músculo, que no escogimos esta profesión solo porque no nos dio el puntaje para la universidad, que teníamos principios morales y éticos que no transábamos, y por lo mismo defendíamos algunas cosas de nuestra cultura deportiva que eran incomprensibles para los "no futbolistas", como por ejemplo "el camarín es sagrado", algo que para mí representaba fielmente el "espíritu" de nuestra "especie": Nosotros nos cuidábamos entre todos, no permitíamos que nos "contaminen nuestro ambiente"… y me creí el verso de los que decían por ahí "el jugador es el más transparente en este ambiente del fútbol"… por eso tengo pena.
Hoy, y luego de mucha agua que corrió bajo el puente, me encuentro fuera del país siendo espectador de uno de los momentos más tristes que me ha tocado vivir como alguien que pensó como pensó.
No puedo creer cómo futbolistas atacan a otros futbolistas, cómo futbolistas se olvidan de otros futbolistas, cómo futbolistas que tuvieron la oportunidad de hacer algo por nosotros cuando lograron posiciones políticas, no hicieron nada, y es más, ahora quieren convencer a otros de que "es el momento de que nos unamos", "es el momento de dignificar la profesión"… justo AHORA, que ven dineros en el horizonte… Tengo pena, pena y decepción.
Felicito la gestión del actual directorio del Sifup que logró que el sindicato perciba los dineros para el Fondo de Retiro, pero les cuestiono duramente los criterios para optar al fondo. ¿Dónde quedó esa lealtad al gremio? ¿Acaso ninguno de estos jugadores jugó una pichanga de barrio creyéndose Elías, Caszely, El Cóndor, Salas o Zamorano? (solo por nombrar algunos). ¿Dónde quedó la admiración y respeto que se profesaba por las generaciones anteriores?
Un par de preguntas para para todos los futbolistas y exfutbolistas que han aparecido en tribuna peleándose en estos días: ¿Es este el espectáculo que merece nuestra hermosa profesión? ¿Es este el mensaje que queremos dar a la sociedad buscando "dignificar" nuestra profesión? Yo creo que la respuesta es NO.
Muchachos, es tiempo de consensos, de uniones, no de ataques y confrontaciones. Por eso los invito a buscar caminos de acercamientos.
¡Juntémonos, escuchémonos, respetémonos! Porque como dice el viejo dicho "la ropa sucia se lava en casa".
Juan Carlos Madrid exfutbolista profesional
Jefas de hogar y pandemia
Hoy hacemos frente a una realidad que nadie imaginó: una crisis sanitaria, social, económica, siendo éstas las aristas más visibles, dentro de una amplia gama de cambios manifestados en el último periodo. En este contexto, me quiero detener en un espacio muchas veces invisible, me refiero al que ocupan las familias monoparentales, especialmente, aquellas que son conformadas por mujeres y sus hijos.
Lo que hoy enfrentan los núcleos con jefaturas de hogar femeninas es realmente complejo, pues, los roles y tareas no pueden ser compartidos ni asumidos con menos presión como en el caso de las familias tradicionales. Las mujeres deben entender que no son superhéroes, que existen circunstancias que se alejan de su control y que es preciso aceptar, no me refiero a la resignación, sino más bien a aceptar lo que se enfrenta y buscar nuevas formas de solución.
Aceptar que los hijos deben aprender a tolerar la frustración, sobre todo en la situación actual, pues estos aprendizajes, por duros que sean, les permitirán desarrollar las capacidades de espera y postergación de satisfacción inmediata.
Se debe intentar encontrar el sentido más profundo de las circunstancias que se viven, entendiendo que es un desafío enorme, que permitirá desplegar nuevas habilidades y llegar aún más lejos de donde se está hoy.
Ivonne Maldonado académica Escuela de Psicología Universidad de Las Américas