Si bien La Araucanía muestra una positiva evolución en el control de la pandemia de coronavirus, registrando al día de hoy una baja cantidad de casos en comparación a otras zonas del país y tasas de contagio reducidas, lo que ha sido destacado tanto por las autoridades locales de Salud como desde el propio Ministerio, eso no significa en ningún caso que la enfermedad esté controlada.

Por ello, cuesta entender que durante los fines de semana haya tanto movimiento de personas entre las ciudades, y lo que es aún menos comprensible, que muchas familias ingresen irresponsablemente a los parques nacionales, como ha sido denunciado en jornadas anteriores en Conguillío o Villarrica -donde incluso ha habido personas detenidas por acciones de este tipo-, toda vez que ello, además de estar prohibido bajo el actual Estado de Excepción, genera potenciales focos de transmisión del virus.

Frente a este escenario, lo que se necesita es acatar las recomendaciones de la autoridad sanitaria y a la vez asumir un mayor grado de responsabilidad individual y colectiva. Esto porque hay que entender que el término de ciertas medidas de control, como el levantamiento de los cordones o el fin de las cuarentenas en La Araucanía, no significa el término de la pandemia de Sars-CoV-2 ni un retorno a la normalidad. Por el contrario, medidas de este tipo requieren aún de mayores niveles de compromiso ciudadano para internalizar la idea de que la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y con ello a los demás, recae en las propias personas, sin distinción alguna.

De ahí que sea necesario comprender a cabalidad que los complejos tiempos que se viven obligan a extremar los cuidados para evitar la transmisión y contagio del coronavirus. Y en ese escenario, viajar a una segunda vivienda en algún balneario o bien ingresar de forma ilegal a un parque nacional, no solo implica exponerse a multas y sanciones, sino que ello reviste un riesgo a la salud de las personas.

Tal como lo han manifestado en reiteradas ocasiones los alcaldes de las comunas turísticas de la Región, ya vendrán los tiempos para potenciar el turismo y disfrutar de todos los atractivos naturales, pero hoy es momento de cuidarse uno y con ello a los demás.

La Araucanía enfrenta dos graves realidades que debilitan un desarrollo positivo impidiendo construir un mañana de ofertas a nuestras nuevas generaciones.

Hoy nos agrede la pandemia que nadie adelanta cuando desaparecerá y lo segundo es nuestro particular conflicto mapuche. Esto último no se puede perder de vista ni ocultarlo en un silencio acomodaticio a circunstancias políticas, toda vez que escala a diario la violencia en la ruralidad y en nuestros caminos.

En estos tiempos se ha centrado la acción en los intereses forestales en donde estaría la mayor cantidad de tierras reclamadas por las agrupaciones indígenas. Desde el año 1990 a la fecha, nada nuevo bajo el sol en este tema. Hoy lo único que vemos son las aburridas y de ningún efecto "querellas judiciales" y las rinbombantes frases de todos los intendentes: "Se aplicará todo el rigor de la ley".

Un poco de historia. En el año 1641 en el Tratado de Quilliem el pueblo Araucano pactó con ese Gobierno su independencia, la que posteriormente se ratifica el año 1825 con el Tratado de Trapigue.

Esa autonomía dura doscientos cuarenta y un años, la que se rompe cruel y trágicamente el año 1860 con la "Pacificación" de La Araucanía, en donde mueren miles de hombres, mujeres y niños como la usurpación por el Estado chileno de miles de hectáreas de esa etnia.

Este grupo humano representa hoy el 12,8 % de la población nacional. Por supuesto que en estos más de cien años han habido conquistas. Por ejemplo, se declaran mapuches 135 mil profesionales y se reconocen 245 mil en la enseñanza superior. Otro dato interesante para el análisis es que en la Región Metropolitana está el doble de mapuches que en La Araucanía.

En las peticiones de los dirigentes indígenas está tener representación positiva en el Parlamento Nacional, pero, en el actual Parlamento existen cuatro originarios de ese pueblo: Francisco Huenchumilla (mapuche), Yasna Provoste Campillay (diaguita), Emilia Iris Nuyado (huilliche) y Aracely Leuquén (huilliche).

Salvo Francisco Huenchumilla, que domina la historia mapuche y la hace presente en el Parlamento, de los otros en la materia "no se escucha Padre".

Entonces, digamos que nos encontramos en la peor realidad de solución de este tema. Cada día aumenta su violencia, lo que indudablemente repercute en nuestro crecimiento socioeconómico porque no se puede negar que las inversiones regionales, nacionales y extranjeras no se sienten motivadas de llegar a la tierra del copihue y el laurel.

No sabemos cuándo venceremos el virus covid-19 y no vemos en el horizonte el término a las demandas que todos los Gobiernos, todos, le quitan el bulto, en justicia, tal vez, mayor condescendencia al Gobierno de Patricio Aylwin Azócar.

Roberto Muñoz Barra,

exsenador, presidente Instituto

Estudios Públicos Social Demócrata

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