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Hace siete años la ingeniera civil en Biotecnología de la Universidad de Chile & Labure, Carla Gimpel Muñoz, decide expandir sus conocimientos y opta por un doctorado en Biología Marina que la lleva hasta del archipiélago de Hawái, Estados Unidos, donde se especializa en ecología microbiana. Allí estaba hasta junio recién pasado, cuando se toma un año sabático para regresar a su natal Temuco y. desde aquí, permanecer alerta a las redes científicas para estudiar e intentar hacer algún aporte en pandemia.
Esta exalumna del Colegio Alemán, tesista de doctorado, que trabajó durante cinco años para el Ministerio de Relaciones Exteriores en el Instituto Antártico Chileno, comparte en esta entrevista cómo ha vivido la pandemia en dos latitudes del continente, lo que espera de la humanidad y la ciencia post crisis sanitaria; explica cómo la flora microbiana gobierna nuestra salud, y relata el cómo y por qué su estilo de vida dio un giro importante, al punto que hoy es vegana, no fuma, no bebe y no consume medicamentos farmacéuticos.
MUNDO MICROBIANO
- ¿Por qué te interesaste en esta área de estudios: la "ecología microbiana"? ¿Qué hay allí y cuán importante es para nuestra sociedad esta área del conocimiento?
- Mi tesis es una investigación que se desarrolla en la península Antártica. Trabajo, principalmente, en microbiología ecológica marina. Así es como es como comencé a interesarme en los microbios humanos, que en nosotros colaboran en la regulación de nutrientes, en el océano regulan los nutrientes a través de intercambios marinos bioquímicos y físicos, y regulan los niveles de carbono, de nitrógeno y oxígeno de nuestro planeta. Esto me ha llevado a interesarme en estos microorganismos que están tan de moda.
- ¿Qué tan desarrollada está esta área de estudios?
- La microbiología oceánica es un área de la oceanografía muy reciente. Este término no lleva 50 años en nuestra sociedad científica, y en Chile no hemos aprovechado al máximo nuestra condición de país costero. Pienso que deberíamos tener una educación oceanográfica muchísimo más potente como sociedad. Así y todo, nos encontramos en un estado de pioneros en esta área, nueva a nivel mundial y con la bendición de que tenemos los recursos humanos, en un mundo globalizado, donde los colegas trabajan con gente de otros lados, y nuestras costas son tan interesantes. Creo que estamos súper bien. Chile tiene una tremenda presencia científica antártica, así que - por ese lado - me siento agradecida de ser parte de esta tribu.
- Carla, ¿es verdad que tus estudios estarían estrechamente conectados con tu estilo de vida? ¿Cómo es esto?
- Un alto porcentaje de nuestro organismo es microbiano. Más del 90% de nuestro ADN es microbiano, o sea, somos como un gran ecosistema de microbios que influencia nuestro ser mucho más allá de lo que comprendemos si quiera. Esto es ciencia de punta. A nuestros microbios les encanta el azúcar, igual que a nosotros, y en realidad lo que hacemos es alimentar a nuestros microbios. Muchos de nuestros gustos y adicciones a la comida tienen que ver con nuestra flora bacteriana. Muchas de nuestras enfermedades también tienen que ver con un desbalance de nuestra microbiota interna, con esta manera de comer tan poco natural, plagada de preservantes, colorantes, químicos, que creemos que se van de nuestro cuerpo, pero no es cierto. Los pesticidas, por ejemplo, nos afectan tanto como a los ecosistemas para los que son implementados.
- Sobre la base de estos conocimientos adoptas cambios importantes en lo personal…
- La verdad es que yo me he dedicado por años a estudiar salud humana integral y hoy baso mi alimentación en plantas, dejé de fumar cigarrillos (después de 17 años), de beber, de comer comidas procesadas y con pesticidas; dejé los lácteos, dejé los medicamentos farmacéuticos, el flúor, el agua tóxica. Después de haber sido una amante de la carne hoy sigo una dieta vegana (...). En realidad, lo que me llevó a esto fue el cáncer de mi madre. Ella tuvo un cáncer de páncreas que evolucionó muy rápido. Fueron cuatro meses en los que investigamos todas sus opciones de alivio, siendo lo primero que hicimos, desintoxicarle. Eso fue muy chocante, entender que estamos completamente intoxicados por lo que comemos (...). Estamos tremendamente equivocados. Yo no digo que todo el mundo sea vegano. Eso depende de tu tipo sanguíneo y qué tan consciente eres de tu huella como ser humano.
- ¿Es verdad que la flora microbiana "gobierna la salud humana"?
- Nuestra gran consciencia de la flora bacteriana es nuestro estómago. Ahí tenemos un tremendo ecosistema, pero nuestra flora bacteriana también está en nuestra piel y mucosas, permitiéndonos metabolizar alimento que nosotros simplemente no digerimos. Son ellos quienes le digieren y nosotros aprovechamos de absorber los nutrientes. Entonces una persona que tiene una flora bacteriana disminuida o tiene mucha abundancia de bacterias que gustan de digerir azúcares rápidos tendrá una flora distinta a una persona que es vegana o come solo productos orgánicos, que hoy en Chile me ha costado muchísimo encontrar.
- ¿Cómo se conecta la pandemia con tu especialidad, con esta "ecología microbiana"?
- A mí me empezó a llamar la atención a fines del año pasado este tema debido a las redes globales científicas. Los virus que estudio en mi ambiente marino son más positivos ya que se responsabilizan del término de las crecidas de microalgas tóxicas, como la marea roja. Dada la educación que tengo, con una responsabilidad cívica muy fuerte, quise tener una opinión, y para ello tienes que estudiar. Bueno, por esta cadena de información, me di cuenta tempranamente, a través de los colegas en Asia y Europa que algo estaba pasando y que había extrañas maneras en que se estaba tratando. Entonces, aproveché las herramientas que tengo para estudiar y generar una opinión y ver qué se puede hacer. Porque el virus es una consciencia bien neutral (…), esta es una pandemia que nos está afectando a todos por igual y nos ha dado la oportunidad de evaluar cómo estamos viviendo.
HAWÁI Y TEMUCO
- Respecto de la pandemia, estabas en Estados Unidos cuando comenzó esta crisis sanitaria, ¿cómo viviste la pandemia allí?
- Viví la pandemia primero en Hawái, que es un archipiélago con siete islas principales y fue bien complejo, porque es un lugar tremendamente turístico. El 80% de la economía de Hawái se debe al turismo, entonces era una población de alto riesgo también, por este insaciable animal turístico que no ve peligros. Costó muchísimo generar la presión política para poder doblegar la economía en Hawái. Eso fue muy fuerte porque como microbiólogos nosotros estudiamos, por ejemplo, cómo varía la cantidad de estafilococos en el agua dependiendo de la cantidad de turistas que hay, y eso es un efecto real. Pero es difícil doblegar la máquina económica. Hubo un momento, entre febrero y marzo, que se veía una crisis económica muy fuerte en camino. Pese a ello, en Hawái hay un sentido de comunidad tremendo. Todos los adultos mayores son considerados un tesoro y por ello fueron protegidos. Después, por mi tesis, me tocó estar en Reno, una ciudad tipo Vegas, pero más antigua. Allí había una cierta altanería, como que esta era una enfermedad de los pobres… En Estados Unidos, en general, se notó un letargo.
- ¿En qué minuto decides regresar a Chile? Y ¿cómo fue ese viaje?
- Yo decidí regresar como en abril. Ya en febrero, cuando empezaron limitar la participación presencial en universidades empecé a considerar un año sabático porque no era ninguna gracia terminar y graduarme en forma remota, no tengo mucho apuro, y bueno, venía hace rato con la necesidad estudiar lo que pasaba con el covid-19. Por otro lado, no había visto jamás que el mundo científico se uniera tanto por una causa y con tantos recursos. Eso ha sido impresionante. Y bueno presenté mis papeles en la universidad y en junio ya estaba lista. Viajé desde Reno a Santiago vía San Francisco y Miami.
- ¿Cómo fue tu llegada Temuco? ¿Es verdad que tuviste que hacer cuarentena?
- Mi llegada a Temuco fue con cuarentena preventiva. Y aquí quiero detenerme para agradecer profundamente al personal de la residencia sanitaria, porque son un grupo de personas maravillosas. Cuando llegué a Santiago quedé impresionada con algo que no ves en todos lados, llegas y te está esperando la gente del servicio de Salud, te hacen un cuestionario y si eres de regiones te hacen un seguimiento (…). Me trasladaron a Temuco y llegué derecho a la residencia sanitaria. Fueron 14 días maravillosos, con personal de primera, nutricionistas, doctores, que te visitaban tres veces al día, te tomaban los signos vitales y preguntan cómo te sientes. Fue tan bueno que hasta engordé. En mi vida había comido tan bien como vegana.
- La pandemia ha enfrentado a la población mundial a incontables cuestionamientos y se presume un antes y después de la era covid. ¿Crees que la humanidad aprenderá realmente la lección?
- Absolutamente, soy fan número uno de la humanidad. Creo que tenemos una oportunidad única de re-crearnos, no hay vuelta atrás y estoy muy agradecida que sea así, porque no había manera de que pudiésemos seguir validando ser muertos en vida con el sistema insostenible y falto de sustentabilidad como el que estábamos viviendo, creyendo que nuestra vida es nuestro trabajo, viviendo condenados a adquirir cosas materiales, condenados a una insanidad debido a que nos hemos olvidado de nuestra salud real que es nuestra comida, que es nuestro cariño, el reírnos, jugar un poco. No sé, nuestras relaciones interpersonales hoy están mediadas por un teléfono. Tengo fe que en Chile exigiremos que nos traten como buenos chilenos. Es hora de que empecemos a hacer ruido por cosas que importan. Basta de vender nuestro país. Menos mall, más plazas. Hay que sacar a la gente de la pantalla, cambiar la programación televisiva, que la gente empiece a exigir salud y calidad de vida. Y yo creo que lo estamos haciendo bien con la pandemia.
- Te tomaste un año sabático, ¿qué tan sabáticos han sido estos meses?
- Es un año sabático administrativo nada más, porque igual sigo escribiendo publicaciones. No hay vacaciones en ciencia. Uno siempre quiere hacer cosas, la curiosidad no para. Son impresionantes los avances tecnología y de nuevas ideologías que han tenido cabida en esta pandemia. Lo primero que hice fue contactar pares para hacer uno de los análisis más interesantes que he encontrado, que literalmente es el de la ruta de la caca. En mi interés por la microbiología humana interna, uno de los tratamientos más interesantes para enfermedades que he encontrado ha sido el trasplante fecal. En estos días están suspendidos por no contar con un protocolo adecuado a la posible presencia de covid-19. Mi interés se desvió cuando en Holanda anticiparon un rebrote del virus, luego de observar un alza en las partículas virales detectadas en el desagüe. Hace años se hacen análisis del contenido de los efluentes fecales en ciertas ciudades, que - por ejemplo - pueden anticipar una crisis por heroína al aumentar la molécula en las aguas, lo que es información de alerta útil para los servicios de emergencia. Lograr un protocolo estandarizado de detección sistémica de patógenos en nuestras aguas grises, motivado por la presenta pandemia de covid-19 sería muy útil para la población nacional. Estos estudios podrían desarrollarse con fines sanitarios y ya hay proyectos que postulan la funcionalidad de esta línea de investigación.
- Carla, ¿qué harás post pandemia?
- Vivir… (ríe) y, bueno, graduarme apenas pueda volver a Hawái.
"Somos como un gran ecosistema de microbios influencia nuestro ser mucho más allá de lo que comprendemos si quiera. Esto es ciencia de punta".
"Es difícil doblegar la máquina económica. Hubo un momento, entre febrero y marzo, que se veía una crisis económica muy fuerte en camino. Pese a ello, en Hawái hay un sentido de comunidad tremendo".
"Tenemos una oportunidad única de re-crearnos, no hay vuelta atrás y estoy muy agradecida que sea así, porque no había manera de que pudiésemos seguir validando ser muertos en vida con el sistema insostenible…que estábamos viviendo".