Un reciente artículo de la revista norteamericana National Review, de tendencia conservadora, publicó un extenso texto sobre el gobierno de Piñera describiéndolo como un gobierno conformado por "un séquito de líderes de negocios e intelectuales de clase media alta y que podían hablar en inglés, pero que no tenían ningún vínculo fraternal con el pueblo".
Hace 5 años nos preguntábamos en una columna en este medio ¿por qué no nos convertimos en país desarrollado aún? Siendo una de las causas, a nuestro juicio, "la excesiva concentración que experimenta Chile en todos sus ámbitos, especialmente, en materia de recursos humanos calificados".
Más adelante agregábamos que: "estamos pegados en la elite que todo lo concentra y que rara vez se preocupa o deja distribuir, ya que maneja, concentra y manipula todo en las distintas esferas, siendo muy difícil encontrar algo que se le escape a su influencia. Esto es, a nuestro juicio, una de las causas principales que produce un país enfermo de vicios de desigualdad, en el que la modernidad solo llega a determinados barrios o comunas. Lo que contribuye a que, cada vez más, las nuevas generaciones de esta elite concentrada, prácticamente, no conozcan las realidades territoriales y sociales tan diversas de las regiones. Son globales, se forman exclusivamente en las universidades capitalinas top y se peinan con el inglés, pero del Chile profundo solo conocen los senderos de trekking del veraneo taquilla".
Resultan curiosas las coincidencias y más aún si hace diez años advertíamos en este mismo espacio lo siguiente: "Mientras aguanten" y puchas que han aguantado los chilenos y en especial los de regiones, "hay que seguir aprovechando la vieja incubadora-segregadora, que regalonea y cuida a los futuros líderes criándolos entre pares de una misma casta. Desde el jardín infantil del colegio hasta la universidad y terminando en las empresas e instituciones que, inventaron y no han soltado nunca. De competencia, riesgos o realidades ni hablar, no conviene ya que se nos podrían resfriar algunos o quién sabe, otros se nos podrían perder en el camino. A lo más una práctica loca, para que puedan tener una visión de país y conozcan algo a su gente, de esa forma también pueden tener uno que otro vistazo de territorio. Por si alguno no capto mucho, todavía nos quedan los trabajos de verano en el Chile profundo".
Resulta duro constatar esta cruda y repetitiva realidad, que sin lugar a dudas es una de las principales causas de la profunda crisis que vive nuestro país, detonada y visibilizada a partir del estallido social del 18 de octubre del año pasado. Hoy en día agravada con los sufrimientos que impone la pandemia, en especial a las poblaciones más vulnerables que viven hacinadas en estigmatizadas comunas gracias a "políticas públicas" que han ido segregando por nivel socioeconómico cada vez más la capital.
Cada cierto tiempo, y ahora último especialmente, han salido a la palestra destacados arquitectos haciendo ver los errores garrafales en materia de diseño de la vivienda social y conformación de barrios sin infraestructura pública decente.
¿En qué estaban cuando se formaban en las escuelas de las universidades de la elite, que no fueron capaces de cuestionarse estos procesos y vivir estas experiencias límites de las poblaciones, para tratar de influir en las políticas públicas y promover los cambios que hoy profesan? Entre otros, una ocupación armónica del territorio y no seguir centralizando el país, que - por ende - provoca estos "errores profesionales" garrafales de hacinamiento poblacional, los que bien podrían calificar como abusos a los DD.HH. de los que menos tienen.
"¿En qué estaban cuando se formaban en las universidades de la elite, que no fueron capaces de cuestionarse estos procesos y vivir estas experiencias limites de las poblaciones, para tratar de influir en las políticas públicas?".