El viernes pasado miembros del Consejo de Lonkos y Machi de La Araucanía llegaron hasta La Moneda. Allí fueron recibidos por el presidente Sebastián Piñera quien comprometió la participación del gobierno en un Füta Trawün o gran junta a realizarse próximamente en Carahue. Mismo compromiso asumieron autoridades del Congreso y el Poder Judicial, convocados a parlamentar una "solución histórica" al conflicto con la mediación del INDH.
Bien por el diálogo en un conflicto donde la lógica de los calabozos ha sido por lejos la predominante. Sin embargo, se hace necesario aterrizar las expectativas. Sin la participación activa de las sectores mapuche movilizados, quienes con sus acciones han puesto una y otra vez el tema en la agenda pública asumiendo de paso sus costos, imposible hablar de una solución real al problema.
La paz, no debemos olvidarlo, se hace con los contrarios, no con los amigos o con quienes lejos están hoy de protagonizar los conflictos.
Es quizás la principal debilidad de la iniciativa: la ausencia en la convocatoria de la Coordinadora Arauco-Malleco, la Alianza Territorial Mapuche y las comunidades movilizadas en Ercilla. Lo mismo sucede con las organizaciones del activo cordón Cañete-Lleu-Lleu-Tirúa, brillan todas por su ausencia. Y no solo los "duros". Tampoco figuran los alcaldes mapuche, hoy agrupados en una asociación de creciente influencia y liderazgo.
Hay además otro factor que juega en contra.
No es secreto la cercanía que algunos miembros del Consejo de Lonkos y Machi mantienen con la administración Piñera. Ello alimenta dudas y suspicacias. Lo propio sucede con la oportunidad de la convocatoria -en medio de una prolongada huelga de hambre- y lo acotado del plazo para su realización, apenas una semana. Imposible entonces hablar de un "Parlamento" entre el Estado y el pueblo mapuche.
Pero más allá de sus deficiencias es dable reconocer que los convocantes tocan una tecla que sí es correcta con su invitación a los tres poderes del Estado. Lo hacen al reivindicar el Füta Trawün o gran junta como mecanismo de abordaje y resolución de controversias entre nuestro pueblo y el Estado.
Los también llamados "parlamentos" fueron la institución diplomática por excelencia en tiempos coloniales. Sus preparativos tomaban meses y en ellos participaban funcionarios de la Corona y representantes de nuestras principales jefaturas. Los hubo acotados a un futalmapu (gran territorio) y otros de carácter general donde la convocatoria se extendía a todos los rincones del país mapuche, de mar a cordillera.
El más célebre de estos últimos fue el Parlamento de Negrete. Tuvo lugar entre el 4 y el 7 de marzo de 1793 al borde del río Biobío por iniciativa del Gobernador de Chile Ambrosio O'Higgins. Buscaba ratificar los acuerdos alcanzados en el Parlamento de Lonquilmo, diez años antes. El propio O'Higgins había dirigido esa junta, pero con el rango de jefe militar de la frontera. En Negrete lo hizo estrenando su nuevo cargo y para ello tiró la casa por la ventana. Hasta hoy es considerado el más suntuoso, caro y solemne parlamento realizado en la frontera mapuche por el Imperio español.
Los parlamentos desaparecieron a finales del siglo XIX, tras la invasión militar chileno-argentina del Wallmapu. Fue entonces cuando los lonkos pasaron del derecho de gentes al derecho penal, es decir, de ser tratados con diplomacia a ser perseguidos como delincuentes. Más de un siglo llevamos entrampados en ello. ¿No será acaso la hora de un cambio?
"Los parlamentos desaparecieron a finales del siglo XIX... Fue entonces cuando los lonkos pasaron del derecho de gentes al derecho penal, es decir, de ser tratados con diplomacia a ser perseguidos como delincuentes".