Patricio Jara recrea la caída libre de un profesor de arte
El escritor y académico vuelve a las librerías con "Tragar el sol", la historia de cómo un profesor universitario destruye su carrera en segundos al enfrentar a un alumno.
A seis meses de una pandemia cuyo fin todavía aparece como inimaginable, el periodista y docente Patricio Jara publica "Tragar el sol" (Alfaguara), una novela sobre el arrojo de perderlo todo, la magia de abandonar las cosas a la suerte, el destino. La historia de un profesor de artes visuales en una universidad privada parte con la cita "cerremos los ojos y veamos qué pasa", del futbolista estadounidense Jimmy Greaves, para continuar explicando que el "haber tomado del cuello a ese estudiante que colmó mi paciencia en mitad de la clase puso término a mi vida de profesor de un modo más espectacular de lo que pueda imaginarse, abandoné la sala según indica la señalética en caso de incendio o terremoto: con paciencia, con calma, sin gritar, sin correr".
El docente con años de experiencia en el rubro luego afirma que esto "es distinto de arrancar. Quien arranca entra en una constante. En cambio, yo me fui, corté, desaparecí", seleccionando qué llamadas y mensajes de texto responder mientras de un día para otro dona sus muebles y se embarca en un vuelo a Tampa, Florida, en Estados Unidos. ¿Comenzar de nuevo? No se sabe. Jara, al igual que en su novela "Geología de un planeta desierto", donde tras explorar las entrañas de la Tierra una pareja comienza una vida junto a su hijo en brazos, en "Tragar el sol" el profesor de artes visuales "se lleva los pinceles porque no soporta que se los lleven como se están llevando las otras cosas. Se los lleva por celos, porque puede volver a pintar, ojalá, aunque no lo sabemos porque la historia se sigue contando en la cabeza del lector", dice el autor.
El narrador, en tanto, continúa en la novela afirmando que "mis pinturas eran correctas: trazo correcto, correcta perspectiva, correcto uso del color, de la luz y del espacio. Cero genio. Cero ingenio. No provocaban nada en la gente. Los pintores trabajan para deshacer el mundo o borronearlo o transformarlo en algo diferente y a ratos tan reconocible. Nunca logré nada parecido", razón por la que abraza la vida de profesor universitario.
-¿Crees que muchos académicos lo son porque fracasaron como creadores?
-No podría tener un juicio tan radical, pero el mundo académico te permite espacios de coexistencia con la creación. Al contrario, refuerza, porque tú puedes hacer y enseñar a hacer, independiente de si lo que haces es bueno o más o menos, porque uno entrega herramientas. Yo valoro mucho el oficio: trabajé varios años como editor sin haber estudiado edición ni literatura, todo lo aprendí haciendo, con constancia, intentando una vez, otra vez. Creo en el perfeccionismo pero no como lo inmaculado, sino que en la medida en que siempre eres capaz de dar un poco más y dejar un poco mejor lo que ya está bien, pese al riesgo de echar a perder las cosas.
-En esos riesgos, ¿quiénes te han influido?
-Cuando lees un texto y ves que el autor ve el mundo igual a ti, piensa igual a ti, o te hace pensar de un modo que no pensabas, es lo más parecido a encontrar un amigo. Me gusta mucho Richard Ford ('El día de la independencia'), por ejemplo, también me ha impresionado en el último tiempo Donald Ray Pollock, con las novelas 'El diablo a todas horas' y 'El banquete celestial'.
-Has hecho clases en universidades privadas por más de 20 años. ¿Cómo lidias con la frustración al ver que tus alumnos no te toman en cuenta?
-La frustración es algo que está en todo proceso de enseñanza, con lo que se tiene que lidiar, pero al mismo tiempo es algo necesario, porque al otro lado de la frustración está la indiferencia. Prefiero que alguien se frustre a que no le importe. O sea, intentas escribir algo, no te queda bien, y lo dejas y sigues haciendo otra cosa. Convivimos con la frustración. El éxito ¿qué es? Una vez leí en una entrevista a un escritor chileno, cuyo nombre me siento muy feliz de haberlo olvidado, al que le preguntaban si iba a escribir otra novela y él respondió 'si es que le va bien'. Aparte de vomitar el desayuno, quedó claro que el concepto de éxito es relativo. Yo me siento súper agradecido de que me publiquen, junto con el poder tener tiempo y ganas para seguir escribiendo de manera constante durante tantos años.
Jara escribió "Quemar un pueblo", "Pájaros negros", "Antipop" y "El cielo rojo del norte", entre otros libros publicados desde 1996, aunque, reconoce que cuando "tú terminas una historia, todo sigue igual, no pasa nada. Como decía Truman Capote 'y al final la máquina de escribir no aplaude': está la alegría de poder haber terminado algo, pero generalmente cuando estoy terminando una novela comienza a rondar la idea de otra".
Para escribir "Tragar el sol", dice el autor, "tuve que estudiar mucho a Bruegel, el pintor sobre el cual gira la cátedra que da el protagonista. El cuadro al que le dedica más tiempo, 'El triunfo de la muerte' es el que ocupé para la portada de 'Dios nos odia a todos'. Cuando estaba terminando esa novela ya tenía la idea de que alguien enseñara a este pintor, y también me ayudaron amigos pintores explicándome cómo trabajan".
-En el relato hay una cita al pintor y escritor Adolfo Couve ("Cuando pienso en mi falta de cabeza"), donde afirma que "No tengo pretensiones porque no estoy obligado a entrar en la historia de la pintura chilena". ¿Qué piensas de ello?
-Está la tentación de la trascendencia. Esta semana me llegaron las primeras copias del disco recopilatorio de Electrozombies, una banda sobre la que publiqué un libro. Miré la caja donde venían los casetes y la de ahora, donde vienen los CDs, y sentí una emoción súper grande por haber hecho algo -que vaya como le vaya- va a ser importante para algunas personas. Fue una sensación que no sentía desde que publiqué mi primer libro. Lo que uno hace cuando escribe es algo tan pequeño comparado con otras cosas, como construir un edificio, pero supongo que eso pequeño que hacen los escritores, los músicos, va a ser importante para alguien.
-Hay quienes dicen que "la verdad viene por la mano", y es que en la ficción hay harto de realidad...
-Esa es una decisión que finalmente tiene que tomar el lector. Mientras un autor menos habla de su libro es mejor. El problema es que está lleno de autores que lo único que hacen es hablar de sus libros y salir a gritarlos a la feria.
El escritor se inspiró en amigos profesores para crear al protagonista de "Tragar el sol".
Por Valeria Barahona
cedida