En estos días de fiestas patrias chilenas los mapuche también conmemoramos un valioso hito de nuestra historia. Me refiero al Parlamento y Tratado de las Canoas entre los williche y la corona española. Esta junta tuvo lugar entre el 8 y 11 de septiembre de 1793 a orillas del río Rahue, en la actual ciudad de Osorno. Allí se reunieron importantes lonkos con el Gobernador de Chile, Ambrosio O'Higgins, padre del prócer independentista chileno.
En esos años el Futawillimapu o "gran territorio del sur" abarcaba desde el río Toltén hasta Chiloé y era el hogar de los clanes williche. Aclaro desde ya; williche no es una denominación étnica, significa "gente del sur" y es una de las tantas identidades territoriales de la gran nación mapuche. Pero innegable es que su historia daría para varios libros aparte.
Lo charlamos en 2019 con el historiador Eugenio Alcamán, destacado investigador de la cultura, lengua e historia williche. Ambos coincidimos en la Feria del Libro de Puerto Montt, en el Melipulli de nuestros ancestros. Alcamán presentaba allí su libro Memoriales mapuche-williches. Territorios indígenas y propiedad particular (1793-1936), un acabado estudio sobre la poco santa constitución de la propiedad austral.
"No existe una sola historia mapuche y quien lo sostenga se equivoca. Existen tantas historias mapuche como identidades territoriales componen nuestra rica geografía social, lingüística y cultural. Prueba de ello es la historia williche, distinta en ciertos aspectos a la mapuche de más al norte", me comentó en aquella ocasión.
Tiene razón el peñi. En tiempos coloniales los williche en alianza con los puelche ("gente del este", actual lado trasandino) sumaron sus lanzas al alzamiento mapuche que destruyó, a fines del siglo XVI, las siete ciudades españolas al sur del río Biobío. Dos de ellas, Santa María la Blanca de Valdivia (1599) y San Mateo de Osorno (1603) caerían producto del asedio de sus guerreros.
Valdivia pudo ser refundada en 1645 tras el Pacto de Quilín (1641) firmado entre los mapuche y el Gobernador de Chile, Francisco López de Zúñiga. Osorno, por su parte, debería esperar mucho más tiempo, casi dos siglos. Su lenta refundación sólo fue posible tras la construcción del Camino Real entre Corral y Maullín, y cuyas obras datan de 1787. Y especialmente tras el Parlamento de las Canoas que hoy recordamos en esta columna.
Celebrado en las cercanías del sitio de la antigua ciudad española, es considerado el tratado más importante de la historia williche. En Las Canoas los lonkos autorizaron la refundación de Osorno y el asentamiento de colonos españoles en la zona; aceptan la sujeción jurisdiccional de los caciques a la corona y comprometen también asistencia militar ante posibles amenazas externas.
Los españoles, por su parte, reconocieron la estructura tradicional williche, la jurisdicción de sus caciques y el derecho de sus clanes a autogobernarse en sus territorios. Sí, autogobernarse. Hablamos del otorgamiento de un "fuero especial" tal como sucede hasta nuestros días con ciertas regiones de España como Catalunya y el País Vasco.
"Este tratado constituye un hito histórico para las comunidades williche, por esta razón lo siguen recordando y reclaman aún su vigencia" estableció el año 2003 el Informe Final de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato. En estas fiestas patrias sepamos también brindar por este otro importante hito histórico, uno que debiera enorgullecer a todos los habitantes del gran territorio del sur.
"Los españoles, por su parte, reconocieron la estructura tradicional williche, la jurisdicción de sus caciques y el derecho de sus clanes a autogobernarse en sus territorios".