Manual para ser escritor: verdad sin anestesia
En poco más de 200 páginas, Abelardo Castillo, conocido por dar "el mejor taller de Buenos Aires", filosofa sobre qué es "Ser escritor". La obra acaba de ser publicada en nuestro país.
La sensibilidad de los que escriben es un tema hasta académico, que el autor argentino Abelardo Castillo aborda en su ensayo "Ser escritor", publicado en Chile, de forma póstuma, por Seix Barral: "El único lugar donde un hombre que escribe se comunica es en sus libros, y son sus personajes quienes hablan por él".
Castillo, se dice, "dictaba el mejor taller de Buenos Aires". Y en su manual cita a Pablo Neruda: "Si me preguntan qué es mi poesía debo decirles: no sé; pero si le preguntan a mi poesía, ella les dirá quién soy yo". Y "Ser escritor" sigue con una escena sobre William Shakespeare, donde su musa, la famosa dama morena de los sonetos, "pide por favor que le diga palabras hermosas, como las que escribe en sus dramas". Ante esto, según el escritor trasandino, quien fue capaz de crear a "'Romeo y Julieta' debe recurrir a uno de sus actores para que le explique cómo se habla con las mujeres reales. Al ver esa obra, yo pensé: Shakespeare debió de haber sido realmente así".
"Si tiene tendencia a escribir cristal, en vez de vidrio; rostro, en vez de cara; ascender, en vez de subir; o utiliza expresiones como ¡bingo!, pantaletas, carrusel, dese una vueltita por el mundo real", aconseja el bonaerense fallecido en 2017, quien escribió cuentos, novelas y obras de teatro, además de dirigir un par de revistas especializadas, como "El grillo de papel", donde consiguió la colaboración de un ya famoso Julio Cortázar, en 1960: "Le escribimos a París y lo primero que hicimos fue pedirle un cuento inédito: (…) nos mandó 'Continuidad de los parques'", uno de los textos cortos más celebres del también autor de "Rayuela".
Bajo el brillo de esta experiencia, Castillo afirma que "un escritor es alguien que se toma muy en serio la literatura, pero no se toma en serio a sí mismo", porque "Paul Valéry ('El cementerio marino') ya habló de la ética de la forma: corregir es una empresa espiritual de rectificación de uno mismo. (… Y Jorge Luis) Borges, una noche de 1983, me contó que detestaba 'Hombre de la esquina rosada' porque en ese cuento había escrito la palabra 'cuchillón'".
"Cuando estás convencido de que lo que hacés es lo único que sabés hacer, no necesitás demostrar nada a nadie y te vas volviendo más razonablemente humilde. El tiempo y la energía que nos llevan las grandes posturas, se puede usar para entender mejor lo poco que podremos entender del mundo, antes de morirnos", reflexiona el tallerista, quien no omitía el acento argentino ("la cantada") al escribir novelas como "Crónica de un iniciado" y "El Evangelio según Van Hutten".
Al final, según el autor, la literatura "es un conjuro contra la infelicidad y la desdicha. La gente quiere ser feliz. Pero la felicidad no hay que escribirla: hay que vivirla. O por lo menos intentar vivirla. En la literatura se pone el deseo, la nostalgia, la ausencia, lo que se ha perdido o no se quiere perder. Por eso es tan difícil escribir una buena historia feliz".
Ser provinciano
Castillo, pese a que nació y murió en la capital argentina, destaca en su ensayo que venir de provincia es un beneficio para quien desea hacer libros, porque "la ventaja de haber vivido en una ciudad chica es que la gente, sus caracteres, se dan muy diferenciados. El comisario es El Comisario, es el emblema del policía y está ahí nomás. El loco es el Loco del Pueblo y, aunque no haya solamente un loco, hay siempre uno que es más loco que los otros".
Más allá de las ciudades, según el autor, es el lugar donde "se dan los arquetipos. No sólo la gente, incluso ciertos hechos aparecen más nítidos. Un asesinato, un suicidio, son mucho más intensos que en una gran ciudad. El divorcio o la separación de una pareja es un acontecimiento, un escándalo popular. Esas cosas, vistas u oídas en la niñez, quedan muy grabadas en lo profundo de la conciencia", porque la infancia "es el origen de todo lo que sos".
El campo, asimismo, goza de sus propias construcciones del lenguaje, donde algo puede significar una cosa que sólo los vecinos entienden; o la construcción de éste, en la cual una frase dicha en el Desierto de Atacama suena distinta en el Archipiélago de Chiloé. Castillo explica esto a través de Shakespeare, ícono británico pese a que "casi ninguno de sus dramas ocurre en Inglaterra", como "Romeo y Julieta", ambientada en Italia, o "Hamlet", en Dinamarca, debido a que "lo que hace que una literatura sea nacional es el lenguaje con que está escrita, entendiendo por lenguaje algo más que el idioma".
"Todas las literaturas nacionales han nacido en el momento en que el escritor y el poeta descubrieron que el habla de su pueblo es el fundamento de la lengua. Es el inglés de Shakespeare lo que hace de Shakespeare un escritor nacional. Es el francés de (François) Rabelais ("Gargantúa y Pantagruel") quien fundó la literatura francesa. No es el tema lo que nacionaliza a una literatura: es la escritura lo que nacionaliza los temas", señala el ensayista.
"No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle", afirma Castillo.
Abelardo Castillo -aquí, fotografiado por su esposa Sylvia Iparraguirre- falleció el año 2017 a los 82 años de edad.
Por Valeria Barahona
"La literatura es un conjuro contra la infelicidad y la desdicha. La gente quiere ser feliz. Pero la felicidad no hay que escribirla: hay que vivirla."
Wikipedia/ Sylvia Iparraguirre