De acuerdo a datos del último Censo, en Chile hay dos millones de adultos mayores, de los cuales el 6,28% desarrolla alguna actividad laboral, lo que refleja que cuando una persona se aproxima a las seis décadas de vida es más dificultoso obtener una fuente de trabajo formal.

En ese sentido, es fundamental poner en valor la experiencia y el talento de las personas mayores al interior de las empresas e instituciones.

Según la directora ejecutiva de la Fundación Ronda, María José Escudero, si miramos cómo es ser mayor en Chile, también debemos preguntarnos, ¿por qué las personas deben seguir trabajando hasta avanzada edad en nuestro país? Esto claramente se debe a políticas deficientes en cuanto a los derechos y el bienestar de las personas mayores y la situación cada vez se está haciendo más insostenible.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE ) para el año 2035, este segmento se acercará a los 4 millones en nuestro país, es por ello que se hace urgente asegurar pensiones dignas, un sistema que retribuya a la población, todo lo que han contribuido en la sociedad.

"Además, como ocurre con cada segmento de la población que no aporta fuertemente al sistema y a la fuerza laboral, las personas mayores y sus opiniones dejan de ser tomadas muchas veces en cuenta. Es por ello que debemos comenzar a escuchar lo que necesitan, más que determinarlo por ellos", sostiene Escudero.

Hoy más que nunca es importante generar políticas públicas fuertes que se enfoquen a asegurar una mejor calidad de vida para las personas mayores.

No solo se trata de gestos o beneficios puntuales, como las rebajas en el transporte público o descuentos en tiendas comerciales o cines, sino que políticas que promuevan una inclusión efectiva. Eso es lo que requiere nuestro país, y con urgencia.

Sólo la infamia gobierna y dirige el actuar de aquellos que arrebatan la vida de manera sangrienta artera y cobarde. El obrero Pedro Cabrera Benavides fue muerto a manos de delincuentes viles y despreciables, a quienes no les importó apretar el gatillo para quitar la vida de un inocente. Un hombre humilde, un trabajador, cuya única culpa fue velar por el sustento de sus seres queridos.

Pedro Cabrera no se ocultaba en medio de la noche ni se encapuchaba para delinquir, su responsabilidad, su entrega y el amor por su familia no le habrían permitido jamás, ni siquiera arrojar una piedra en contra de aquel que pensara diferente. Es por ello, que debemos alzar la voz y rendir un homenaje a quien día tras día entregó su esfuerzo y dedicación para aportar a su familia, a la Región y al país.

El grito cobarde de una bala no puede silenciar a la inocencia, no puede acallar a la justicia y no puede dejar impune a los responsables. No podemos normalizar la violencia, no podemos normalizar la muerte de personas, y especialmente, el asesinato de un obrero.

Hace unos años atrás, nuestra capacidad de asombro fue asaltada por la quema de camiones, lamentablemente nos fuimos habituando a los titulares y a los siniestros, que con el correr del tiempo, fueron parte de nuestra realidad.

Si es necesario debemos gritar que aquello no es normal, no podemos aceptar que tales episodios violentos usurpen los espacios de tranquilidad, vulneren la sana convivencia o destruyen nuestra institucionalidad.

La muerte y la destrucción no pueden transformarse en nuestros convivientes. Todo aquel que quiera plantear una idea es libre de hacerlo, pero si tal acción se manifiesta por medio de un asesinato a un obrero, a un trabajador o un inocente, debemos alzar nuestra voz y exigir justicia.

El desarrollo y crecimiento de nuestra Región, de nuestro país y el futuro de nuestros hijos, no puede cimentarse sobre la aceptación o normalización de la violencia.

La violencia es el veneno amargo que destruye nuestras familias, asesina la convivencia, socava la democracia y nuestras instituciones.

Por nuestra tierra, por nuestra Región y por nuestro país digamos no a la cobarde y despreciable violencia.

Richard Caifal,

gobernador provincial de Cautín