"A mi gente le digo que si la atacan, que entreguen todo, la vida está primero"
César Covili Neira tiene 65 años y conoce los bosques de la cordillera de Nahuelbuta como la palma de su mano. Nacido y criado en la localidad de Capitán Pastene, comuna de Lumaco, su presencia en la zona es significado de respeto y sabiduría en el rubro forestal.
La empresa de prestación de servicios forestales que lleva su nombre, y que tiene su base en su mismo pueblito natal con raíces italianas, ha logrado posicionarse como una de crecimiento más sostenido en las últimas tres décadas, logrando reconocimiento en la zona sur del país.
Covili asume su condición de emprendedor exitoso con humildad y con voz serena, recordando que el origen de su emprendimiento surgió de nada más que la necesidad económica que lo obligó a esforzarse por él y su familia.
"Somos 11 hermanos. Vivíamos con mis padres y teníamos pocos recursos. Estaba en la enseñanza media y decidí salirme para trabajar. Eso fue en año 1975. Empecé trabajando en forestales que ya se extinguieron, fui ascendiendo de a poquito, llegando a ser capataz o supervisor de faenas. Fui observando, aprendiendo y ahorrando, porque noté que podía llegar a surgir aprovechando este rubro. Mi idea era constituir una linda familia y tener un buen trabajo para trabajar con la gente de mi pueblo, no hacerme millonario", rememora.
"Estuve cuatro años como empleado en faenas y después me fui a trabajar como guardabosques. Empecé el 1 de abril de 1979 en esta labor de prevención de incendios y trabajé para forestal Mininco hasta el año 1988. Seguí juntando luquitas y en el año 94 decidí endeudarme y pedir créditos para comprarme un par de camiones y comenzar a trabajarle a la misma forestal Mininco. Tomé algunos trabajos y así fue como levanté mi empresa", resume Covili, quien hoy cuenta con una flota de 50 vehículos entre maquinaria especializada, camiones y camionetas.
-¿En qué momento comenzó a ser víctima de atentados incendiarios?
-En el año 2012 toda esta situación empezó a ponerse complicada. El primer atentado que tuve fue en Puerto Choque, cerca de Tirúa. Me quemaron cinco o siete máquinas, no recuerdo exactamente, pero fueron varias de una sola vez. En ese tiempo no tenía seguros para las máquinas, sufrí una pérdida muy grande y me vi obligado a tomar seguros. Después vino una seguidilla de atentados, uno tras otro, con trabajadores que han sido intimidados, amenazados y golpeados. Me han quemado 53 máquinas, entre grúas, grappel, skidder, camionetas, camiones, autocargantes, camas bajas y un sinfín de máquinas. Las pérdidas suman casi 900 millones de pesos.
-¿Cómo lo han afectado todos estos ataques?
-En un momento yo llegué a tener 500 trabajadores directos. Después de que empezó esto, hemos sufrido una pérdida notoria de la cantidad de maquinarias y hemos tenido que ir dejando faenas o rescindiendo de contratos, al punto que hoy solo trabajo con 200 personas.
-¿Qué le dice a sus trabajadores? ¿Ellos tienen miedo?
-Lo que más le he dicho a mi gente es que cuando ellos se vean enfrentados a una situación como esa, que no opongan resistencia. Yo me quedo contento y tranquilo, en medio de todo, al saber que a mi chofer y a mi operario no les pasó nada, no les hicieron nada y pudo arrancar. Me da mucha pena cuando hay violencia contra ellos, porque son gente común y corriente que simplemente está trabajando. Conmigo trabaja mucha gente mapuche de Lumaco y mucha gente de Capitán Pastene. Al fin y al cabo todos somos seres humanos, chilenos o no chilenos.
-¿Qué piensa de la violencia que ocurre en La Araucanía?
-Para mí, la gente que hace esto es gente mala que quiere causar miedo. Ellos lo que dicen es que quieren que las forestales se vayan, pero es un puñado de gente. Hay mucha gente que quiere y necesita trabajar. Y ellos, los que salen a trabajar, tienen mucho miedo y preocupación. La familia queda asustada y preocupada al saber que el hombre de la casa anda trabajando en un lugar donde en cualquier momento pueden llegar un montón de tipos con pistolas y escopetas. Por eso yo les digo que no pongan en riesgo su vida y que entreguen las máquinas o el camión, porque siempre la salud está antes de lo material. El Gobierno tiene que poner mano dura con los delincuentes, no puede ser que tengamos que trabajar o andar en auto con miedo siendo que andamos por caminos públicos. El Estado tiene que garantizar el derecho a transitar y trabajar en paz y tranquilos. Como empresa nos estamos quedando cortos de máquinas y gente y estos tiempos ya no son como para invertir.
"No puede ser que tengamos que trabajar o andar en auto con miedo siendo que andamos por caminos públicos". "Nosotros nos estamos quedando cortos con máquinas y gente por todos estos atentados. Me han quemado 53 vehículos entre camiones y maquinaria".