Tenía pendiente publicar esta columna. Fue escrita en homenaje a don Rosendo Huenumán, ex diputado mapuche por Cautín (1973) fallecido en octubre pasado a los 85 años en su tierra de Cholchol. Tuve el honor de conocerlo, de entrevistarlo varias veces y de escuchar sus numerosas historias, propias de un hombre excepcional.
Fue dirigente campesino y sindical en los sesenta, diputado en los setenta, exiliado político en los ochenta y nuevamente dirigente social en los noventa. Más de medio siglo dedicado a la defensa de nuestros derechos como pueblo y al fomento de nuestra cultura.
Hoy recuerdo al dirigente, pero también al padre, al abuelo, al tío, al amigo, al noble ser humano que fue en su paso por esta tierra que caminamos. Son muchas vidas las que vivió don Rosendo y de todas ellas las nuevas generaciones podrían aprender algo.
Nació un 22 de marzo de 1935 en el sector costero de Hueñalihuén, en la actual comuna de Saavedra. Desde muy pequeño comenzó a trabajar en el campo, cooperando en cada una de las labores agrícolas de sus mayores. Por aquellos años la pobreza y la falta de tierras golpeaban duramente a su familia. Tiempos tristes en su memoria.
A los doce años decidió tomar las riendas de su propio destino: partió en tren a Temuco para emplearse como mozo en casa de unos hacendados. Ello le impidió asistir a la escuela y recién aprendió a leer a los doce años de edad, en la escuela nocturna. Allí cursó estudios primarios y secundarios.
Años más tarde se trasladó a Concepción, ciudad donde se formó como profesor en la Universidad Técnica del Estado. Allí, para costear sus gastos trabajó como minero del carbón en Lota y vendedor de diarios en las calles de Concepción.
En los sesenta, década de gran efervescencia política, comenzó su interés por la política. "De a poco fui entendiendo aquello de la explotación del hombre por el hombre y frente a esa situación opté por ser un rebelde", me confidenció años atrás. Tras graduarse como profesor regresó a su tierra mapuche de origen, enseñando a niños y niñas en diversas escuelas rurales.
En el gobierno de Eduardo Frei Montalva, en el marco de la implementación de la Reforma Agraria, don Rosendo participó activamente en la sindicalización de los campesinos. También en las luchas por tierras usurpadas que su propia comunidad protagonizaría en la zona costera.
Años más tarde, en el gobierno de la Unidad Popular, llegaría a presidir la Federación Campesina Luis Emilio Recabarren y fue dirigente de la Federación Campesina e Indígena Ranquil, la más importante del país. Ello lo catapultó como líder político regional, siendo electo diputado en 1973 con la primera mayoría en Cautín en la lista del Partido Comunista.
Pocos meses duró su experiencia parlamentaria. Después del Golpe Militar fue perseguido y por error los militares mataron a un hombre de apellido Huenumán de Boroa, dándolo por muerto. Se quedó clandestino en el país hasta 1977, año en que se trasladó a Italia. Su partido sólo se dio cuenta que estaba vivo y en Roma cuando se comunicó telefónicamente con Volodia Teitelboim.
A pesar que las Naciones Unidas le otorgó un estatus especial, no pudo regresar a Chile hasta 1990. En sus últimos años vivió entre Nueva Imperial y Cholchol, participando de la Asociación Indígena Newentuleaiñ y del Centro de Medicina Mapuche Ñi Lawentuwün, hospital intercultural que también es parte de su gran legado.
Peñi Rosendo, que sea una buena cabalgata a la tierra de sus ancestros. Honor y gloria para usted.
"Fue dirigente campesino y sindical en los sesenta, diputado en los setenta, exiliado político en los ochenta y nuevamente dirigente social en los noventa. Más de medio siglo dedicado a la defensa de nuestros derechos (...)".