"Tayu", el pinot noir mapuche que gana medallas en Chile y el extranjero
En suelos de origen granítico ideales para una vid de maduración precoz se gesta este pinot noir que comienza a hacerse de un nombre en el mercado de los vinos premium. Fruto de una alianza entre familias indígenas de Purén y Viña San Pedro, este innovador proyecto sigue su curso a paso firme para reconvertir una zona de tradición forestal en vitivinícola a través de un modelo de negocio sustentable.
Lo que comenzó con una exploración de Viña San Pedro para encontrar nuevos socios y terrenos aptos para la producción de un vino premium en el Valle del Malleco, durante 2013 y 2014, hoy es una realidad de alcance internacional. No en vano, ya se han alzado copas para brindar con "Tayu 1865", un pinot noir elaborado con uvas cultivadas por familias mapuche que ya tiene presencia en un certamen global de Inglaterra y en el gran territorio de Canadá.
La primera vendimia materializada por los cuatro grupos familiares pioneros de este innovador proyecto, el cual reconvirtió terrenos de tradición forestal en un área de desarrollo vitivinícola, tuvo lugar en Buchahueico, Purén, a fines de marzo de 2018 y decantó en un vino de alta gama que ya se cuelga varias medallas, entre ellas, dos "oros de Chile", uno en la guía Descorchados (vino revelación, 95 puntos) y otro en la valoración de James Suckling (93 puntos); además del premio a vino innovador del año entregado por El Mercurio y Revista del Campo, y un primer logro en extranjero, en el Dinks Business Awards, donde obtuvo el galardón a mejor diseño y empaque para vino.
Este vino, cuyo original nombre significa "nuestro" en mapudungún, es fruto de una iniciativa comercial, pero también social y sustentable, que combina esfuerzos del sector privado (Viña San Pedro), público (Indap y Comisión Nacional de Riego) y de comunidades mapuches habitantes del sector Buchahueico, un territorio ubicado a 12 kilómetros de Purén y distante a solo 38 kilómetros del mar en línea recta.
Después de un arduo trabajo, acompañamiento técnico, una seguidilla de asesorías técnicas y una inversión inicial de 22 millones de pesos puesta a modo de crédito por la viña patrocinante, Tayu 1865 ya es una realidad y un proyecto productivo bien encaminado, cuyo norte - a 5 años plazo - es dejar instalado el negocio en la comunidad, la cual, luego de liquidar el préstamo, será dueña absoluta del viñedo y su destino.
Así lo explica el gerente agrícola de Viña San Pedro, Juan Cury, quien destaca el crecimiento que ha tenido este emprendimiento a partir de la primera cosecha 2018. "Hemos ido logrando comercializar el vino y colocarlo en el mercado chileno, en Canadá y otros dos mercados internacionales. Esto ha permitido tener la confianza para seguir afianzando plantaciones. La realidad es que hoy hay dos grandes hitos. El primero es que estamos vendiendo la primera cosecha y el segundo es que esa venta está apalancada por los premios cosechados en 2020. Eso nos ha permitido entrar de buena forma a algunos mercados internacionales".
Las expectativas de la primera vendimia apuntaban a alcanzar 17 toneladas de uvas, pero el resultado final fue de 22, recuerda uno de los socios mapuche de esta alianza productiva, Juan Daniel Curín, quien se muestra orgulloso por el resultado conseguido con este primer pinot noir, no obstante, se apura en decir que en esta actividad lo bueno no basta, cada año hay que mejorar la producción, y en eso están. Dice que el reto hoy es apostar por mayor calidad sin importar reducir el volumen, para lo cual están trabajando técnicas que les permitan obtener una uva de excelencia.
"Estamos contentos con las primeras cosechas. La verdad es que no esperábamos un resultado tan bueno porque era nuestra primera experiencia en una actividad que aún estamos conociendo, pero las expectativas de nuestros asesores, que nos decían que lograríamos un buen vino, se cumplieron", comenta Curín.
Con él está muy de acuerdo el gerente agrícola de San Pedro, quien opina que el objetivo de calidad del producto superó todas las expectativas. "En 2017 sentíamos que podíamos tener un buen pinot noir, que el suelo era el adecuado, que íbamos a tratar que los agricultores alcanzaran un buen manejo del viñedo y todo eso se logró, pero faltaba ese último paso, que en el negocio del vino es crucial, y es que el producto final sea capaz de representar de buena forma todas estas buenas características agroclimáticas y la característica extra de contar con el manejo de una comunidad mapuche, de gente que conoce la tierra y hace las labores con mucho respeto y precisión".
Juan Cury explica que hasta 2019 todo era apostar, pero ahora, con un producto concreto en las manos, la iniciativa comienza a expandirse, al punto que en 2020 ya hay seis familias involucradas en el cultivo y manejo de las vides, que representan 15 hectáreas, y si bien este año, producto de la pandemia, decidieron "no plantar", en 2021 sí lo harán de la mano de otras tres familias de la comunidad que se sumarán a esta innovadora reconversión productiva.
Respecto del presente y futuro, Juan Cury, precisa que el negocio generado en el Valle del Malleco es lento, que los payback o el retorno que los agricultores tienen que hacer para liquidar el préstamo tardará, "pero en cuatro o cinco años - acota - podrán terminar de pagar la deuda lo que es clave para ellos, porque en ese momento su ingreso se duplicará y la viña será de su total propiedad, para que ojalá decidan seguir vendiéndonos a nosotros. Un objetivo claro del proyecto es que al final esto no es asistencialismo, es construir un negocio que funcione por sí solo".
Otro objetivo de esta iniciativa productiva y comercial era construir un modelo de negocio sostenible y replicable, "y la verdad - agrega el ejecutivo - es que eso ha sido muy bueno porque ya hemos tenido la visita de dos compañías agrícolas que nos han pedido antecedentes y han querido conocer el proyecto, incluso ni siquiera están relacionadas con el rubro del vino, ellos están explorando hacer algo similar. Y para nosotros eso es un éxito tan grande como vender el vino".