Un motivo de alegría y satisfacción entre su complicado estado de salud recibió el conocido pintor temuquense Alfredo Castillo, al resultar finalista del 11° Concurso de Acuarela Hardy Wistuba, organizado por la Liga Chileno-Alemana con sede en Santiago, en tanto que una muestra completa de acuarelas permanece pendiente desde agosto pasado en la Galería Municipal de la Plaza de Armas de Temuco.
"Yo creo que no deja de ser un acierto resultar clasificado entre los treinta mejores trabajos de 300 artistas participantes en un concurso exclusivamente de acuarela", comenta Castillo, refiriéndose al reciente resultado del concurso que se organiza cada año y que esta vez, por la pandemia, se realizó online.
"Ignoro la forma en que serán expuestos los trabajos, pero me imagino que será similar al sistema de participación, en que sólo se envió una fotografía de la obra", explica el pintor, a quien le hacía mucha falta obtener un reconocimiento. Cierto es que no es primera vez que resulta clasificado entre los finalistas en este mismo certamen, pero el caso es que en esta ocasión le resulta oportuno para mantener en alto el ánimo y enfrentar con fe la lucha contra una compleja leucemia que le aqueja.
El resultado del concurso lo recibió el artista coincidiendo con la celebración del Día Internacional de La Acuarela, 23 de noviembre, del que se siente partícipe por ser considerado uno de los mejores acuarelistas del país, cuyo trabajo se encuentra distribuido en salas de la Región, del país y el extranjero.
CINCUENTA AÑOS
También, en agosto pasado, Castillo celebraba sus 50 años de trayectoria y producción artística, por lo que con el patrocinio del Consejo de la Cultura y de Las Artes y el auspicio de la Municipalidad de Temuco, desde 2019 tenía agendada una nueva exposición que resumía medio siglo de creación, la misma que permanece a la espera hasta que la pandemia sea superada y vuelva todo a la normalidad, lo que no se ve cercano.
Del mismo modo, como todo trabajador de las artes en tiempos de crisis, Alfredo Castillo también resultó afectado al ver interrumpidas las gestiones para publicar un segundo libro con su obra que le sigue al exitoso "Temuco, Huella Arquitectónica", con el sello editorial de la Universidad de La Frontera.
"Todo eso quedó hasta allí no más y hasta los borradores y las fotografías quedaron a la espera de que todo esto pase", comenta Castillo, a la vez que advierte que esta segunda publicación -también de lujo como la anterior", estará dedicada al "Patrimonio Arquitectónico de La Araucanía".
TRAYECTORIA
Los inicios en la pintura de Alfredo Castillo fueron en 1970, con una primera exposición que montó en el Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura de calle General Mackenna, por invitación de su directora Margarita Atton. "Eso fue en agosto de 1970 y consistió en una selección de óleos en formato pequeño. Allí fue que decidí que cada exposición tenía que superar a la anterior, y la segunda muestra resultó ser de acuarelas".
En tanto, y para mantener a la familia, el joven pintor mantenía un taller de publicidad. "Eso fue lo que me motivó a seguir pintando y me fui relacionando con pintores de la época y aprendiendo algunas cosas, siempre conversando incesantemente, compartiendo algunos vinos y fumando, aunque yo le hacía poco", recuerda.
Así fue como Castillo tuvo la oportunidad de compartir y trabajar con pintores tales como Héctor Robles Acuña, Arsenio Herrera, Humberto Aravena, Ulises Aravena, Arturo Peña, Luis Yáñez y varios más de aquellos tiempos.
"Hace quince años dejé mi trabajo en publicidad y comencé a convivir con la pintura. La pintura me ha dado para vivir. He tenido aciertos, buenas ventas que me han ayudado mucho; me he adjudicado proyectos culturales tales como "Antiguos molinos de La Frontera", y la edición de un libro que permitió vender cierta cantidad y que fue un éxito en todo el país…".