Desarrollo Humano en Chile
Indicador de la ONU ubica a Chile en el primer lugar de Latinoamérica y en el puesto 43 a nivel mundial.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), en su Informe de Desarrollo Humano Mundial dado a conocer hace unos días, ha situado a Chile como el país con mejor nivel de vida en Latinoamérica y el Caribe, y en el lugar 43 del ranking de calificación mundial, entre 189 naciones.
El Índice de Desarrollo Humano se calcula a partir de un conjunto de indicadores, que considera, entre otros, las tasas de alfabetización, los años de escolaridad, la esperanza de vida al nacer, los accesos a la salud, y el ingreso por habitante. Revela que en las últimas tres décadas, el desarrollo humano de nuestro país muestra un alza constante en diversos indicadores. Esta trayectoria da cuenta de que Chile ha tenido la capacidad de avanzar en su bienestar y ha acumulado capacidades sobre la base de una combinación equilibrada de crecimiento y políticas públicas a largo plazo.
No obstante que en esta comparación a nivel de naciones Chile es bien reconocido, esto no debe dar pie a la conformidad, sino que, por el contrario, debe ser un aliciente. Se confirma en el estudio que en las últimas décadas el país ha dado un salto importante en el acceso a la educación, pero resulta evidente que enfrenta nuevos desafíos.
También es necesario repensar y discutir los fines del desarrollo desde la subjetividad de las personas, es decir, desde la manera en que éstas piensan, sienten y desde la evaluación que ellas hacen de sus vidas y de la sociedad en que viven. Si bien las evaluaciones que hacen organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo son, en general, buenas para el país y lo ubican entre los mejores del continente, en contraste, la percepción que tiene la sociedad chilena es más bien negativa. Las personas no utilizan los mismos criterios para evaluar su vida y a la sociedad, por lo que es perfectamente posible que la satisfacción con la vida individual coexista con el malestar que muestra la sociedad, especialmente los reclamos que tienen como telón de fondo la desigualdad, uno de los flagelos más crudos y que con frecuencia es fuente de manifestaciones sociales.