Brodsky abrió las cartas que Lihn escribió dos veces
El novelista y guionista chileno, hoy radicado en Nueva York, publicó "La casa que falta: catálogo discursivo de Enrique Lihn, 1980-1988", resultado de la tesis que hizo con la correspondencia de "su maestro". El poeta enviaba una esquela y se quedaba con la copia.
Roberto Brodsky (guionista y autor de seis novelas) no ha dejado de escribir en un Nueva York medio adormilado y con un virus al acecho como un King Kong invisible. El chileno vive en la Gran Manzana y a diario anota ideas o imágenes en cuadernos: "Pero es un caos, porque no logro ser lineal y llevo varios cuadernos al mismo tiempo. Lo que está dicho un día, se desdice o contradice al siguiente en un cuaderno distinto. Entonces, además de perder continuidad, la lógica se debilita. Es lamentable, pero no conozco otro método para organizar mi distracción".
Brodsky antes de esta crisis mundial y a raíz de su antigua obsesión por quien fuera su profesor de literatura, el poeta Enrique Lihn, emprendió su tesis doctoral en Literatura, cuyo objeto de estudio era su mentor: un Lihn aplicado, un Lihn que jamás abandonó la escritura. Esa tesis se transformó en el libro "La casa que falta: catálogo discursivo de Enrique Lihn, 1980-1988". En él Brodsky aborda las categorías de falta, fantasma, censura, autocensura y estado de excepción. Todo enfocado en las cuatro letras gordas de la poesía chilena: L I H N.
"¿Por qué Lihn? ¿Por qué Lihn hizo lo que hizo? Y, sobre todo, ¿qué fue lo que hizo? ¿Por qué Lihn se arrancó de la poesía en los años 80 y se puso a hacer performances, happenings, videos, obras de teatro, comics y lecturas callejeras? ¿Por qué, siendo que era un poeta reconocido y premiado, Lihn se tira por la ventana para hacer esos proyectos locos y sin destino?", fueron las preguntas que se hizo Brodsky al empezar su tesis sobre el poeta.
-¿Conoció bien a Lihn?
-Lihn fue mi profesor en el Departamento de Estudios Humanísticos y también mi maestro en la literatura. No en la poesía ni en la prosa ni en el teatro, sino que en la literatura, en lo que ella significa y en lo que se puede hacer allí como campo de trabajo. En 1980 Lihn hizo una primera lectura comentada de mis textos y de otros escritores. Entonces ya me pregunté: ¿por qué Lihn, que es un grande, acompaña a estos veinteañeros más perdidos que el Teniente Bello y se da el trabajo de no dejarlos solos? Después de cinco años de lecturas e investigación, creo haber llegado al menos a contestarme parte de esa pregunta.
-¿Qué clase de archivo (sobre Lihn) tiene la Fundación Getty en EE. UU.? ¿Cómo llegó hasta allá? ¿Quién le vendió?
-El archivo Lihn que está en el Getty es obra del amor y la preocupación de su hija Andrea por preservar el legado de su padre. Conociendo la fragilidad de las instituciones culturales locales, Andrea decidió aceptar la oferta del Getty para hacerse cargo de la catalogación y el cuidado de la obra inédita, así como de las cartas, dibujos y una enorme memorabilia que Lihn guardaba consigo. Ignoro los detalles financieros de la operación y no importan mucho, porque fue una decisión muy acertada. Allá (en Chile) la gente quema las bibliotecas, cuando no los libros y las personas, así que mejor llevarse el archivo fuera.
-¿Cuáles son los dibujos de la República Independiente de Miranda?
-Es la tierra inhabitable de Lihn, su antiutopía imaginaria. Está compuesta de dibujos de mediano formato, con escudos, lemas nacionales, gráficos y personajes típicos. En el proyecto participaban su hermana Mónica y Cacho Gacitúa, pero quedó inconcluso a la muerte de Lihn. Actualmente, está en manos del abogado y galerista Pedro Montes y podría describirse como una mezcla antipatriótica de Chile y Cuba, condenados territorialmente por la insularidad geográfica. Pura parodia, en el fondo.
Copia de sus cartas
-¿Tenía Lihn conciencia del futuro (o posteridad) en cada letra que escribía?
-Lihn tenía plena conciencia de su aislamiento, de su desesperación, que es todo lo contrario de la compañía y celebración de la que hoy es objeto. Digo esto no porque me parezca mal la saludable posteridad de la que goza,
El archivo de Enrique Lihn fue cedido por su hija Andrea a la Fundación Getty.
Por Nayive Ananías
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