El Congreso aprobó una prórroga de un año de las licencias de conducir que vencen en 2021. Se trata de una propuesta que se originó en una moción parlamentaria en el Senado, con el fin de evitar aglomeraciones en la realización de este trámite de manera presencial y, con ello, que se generen posibles focos de contagio de covid-19.

El proyecto actual prorroga hasta el 2022 las licencias de conducir que expiren en el presente año y las que se hayan acogido a la ley N° 21.222, que hizo lo propio con las que vencieron el 2020.

De este modo, se entrega la posibilidad de realizar el trámite de renovación de licencias de conducir hasta el día y mes señalado en la licencia vigente, del año 2022. En el informe elaborado por la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones que vio previamente el proyecto, se consigna que para efectos de hacer más expedita la tramitación legislativa, se aprobó la iniciativa bajo idéntico tenor del texto de una moción que también había presentado un grupo de diputados.

Hay quienes señalan que este beneficio solo debería incluir a las licencias entregadas por períodos completos, o sea, seis años para clase B y cuatro años para profesionales, porque las otorgadas por menor tiempo se encuentran restringidas por causas médicas y requieren controles periódicos que permitan evaluar si sus falencias están contenidas o se han agravado, pensando en la seguridad de los propios conductores y de la ciudadanía en general.

De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Seguridad del Tránsito (Conaset), alrededor de un 70% de los fallecimientos en accidentes se debe a la conducción irresponsable, razón suficiente para que el Estado haya decidido impulsar en los últimos años acciones para velar por la seguridad e integridad de las personas, con el fin de realizar una selección más rigurosa de quienes están capacitados para sentarse frente a un volante.

La medida de prorrogar por segundo año las licencias ya extendidas es importante, porque evitará a los conductores tener que realizar este trámite en plena pandemia, lo que disminuye el riesgo de contagios con covid 19.

Es muy probable que tengamos un familiar o amigo que tuvo o tiene cáncer. Esto no es casual ya que millones de personas lo padecen a nivel mundial y nuestro país no es la excepción.

Según datos del Ministerio de Salud, en Chile el cáncer se ubica como la segunda causa de muerte y proyecta que hacia el 2023, pudiera ser la primera causa de muerte.

Entonces ¿el cáncer se puede prevenir? La respuesta es sí, podemos disminuir el riesgo de enfermar. ¿Cómo? Detectando y reduciendo los factores de riesgo y realizando exámenes para detectar la enfermedad en etapas iniciales. Lo principal siempre será el autoexamen.

Para ponernos en contexto, los factores de riesgo que no podemos modificar son sexo, edad, raza.

Los factores de riesgo modificables, los que podemos reducir o eliminar son: el sobrepeso, obesidad y obesidad mórbida (según la OMS estarían relacionados con la aparición de 13 tipos de cáncer), el sedentarismo, el consumo y exposición a humo de tabaco, consumo de alcohol, exposición a sustancias tóxicas y agentes infecciosos.

Alrededor de un 40% de los cánceres se relacionan con la presencia de factores de riesgo modificables, vale decir se relacionan con un estilo de vida no saludable. Estudios clínicos evidencian que, modificando los factores de riesgo, 4 o 5 personas de 10, pueden prevenir el cáncer.

También podríamos pensar que el cáncer es hereditario, sin embargo, solo un 5 a 10% de los cánceres se deben a factores hereditarios, porcentaje muy bajo pensando que el 90 a 95% se deben a causas adquiridas.

Respecto de los tratamientos oncológicos, podemos mencionar la cirugía, inmunoterapia, radioterapia y quimioterapia. Respecto de las terapias complementarias, como lo dice su nombre, deben ser un complemento a la medicina tradicional, se ha visto que estas terapias mejoran la calidad de vida de los pacientes. El personal de salud debe estar informado.

Posterior al tratamiento, es muy importante el control periódico, ya que la probabilidad de recaída es principalmente los 2 primeros años después de haber terminado. El impacto emocional es mayor a la primera vez, pero el paciente ya sabe cómo avanzar, se recupera más rápido de la noticia, sigue luchando siempre con el apoyo de su entorno más cercano.

Finalmente reflexionar que en tiempos de pandemia, todos hemos sido afectados por el aislamiento social que debemos cumplir. En ese sentido solidarizar con los pacientes hospitalizados y en especial con el paciente oncológico que ha debido estar aislado de su familia. Es muy importante en el ámbito emocional, que puedan contar con un teléfono celular que les permita comunicarse.

Susana J. Cisterna Jofré, jefa carrera Enfermería

Universidad Santo Tomás