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adriana muñoz ha descrito la relación con la moneda como tensa.
sesiones desde donde estuviéramos. Esto permitió sesionar y agilizar el trabajo y es una modalidad que llegó para quedarse. Porque si bien es cierto el trabajo presencial es fundamental, sobre todo un trabajo que es de debate político, de instantaneidad de las decisiones, y es muy importante la presencialidad, la vía remota flexibiliza de una manera positiva la posibilidad de tener las sesiones sea cuales fueran las situaciones o las medidas sanitarias que se impongan.
-¿Qué temas quedaron pendientes en su gestión?
-Hay muchas tareas que me hubiera gustado hacer presencialmente, como seminarios, encuentros con organizaciones. Por ejemplo, en cuanto a mi trabajo hacia el mundo de las mujeres, yo lo tuve que suplir con una agenda que instalamos en una mesa de género covid-19 que instalé muy tempranamente en mayo del año pasado. Una vez instalada, me habría gustado haber tenido reuniones permanentes y haber tenido más encuentros presenciales. Eso al final lo transformamos en una mesa de género telemático que al final se pudo coordinar con más de 110 organizaciones de mujeres de la sociedad civil y que finalmente fue muy fructífera porque logramos levantar una agenda de género en medio de la pandemia con las propuestas y los diagnósticos, las situaciones urgentes de corto, mediano y largo plazo.
Todo esto nos permitió hacer una propuesta al gobierno y al Parlamento de las medidas legislativas y políticas públicas que se requieren para el mundo de las mujeres en pandemia. Tampoco pudimos reunirnos con el mundo de la diversidad sexual. En materia de Derechos Humanos, armamos una mesa de Verdad, Justicia y Reparación de garantías de no repetición de violaciones a estos que levantamos en coordinación con la comisión de DD.HH. Una de las tareas que ha quedado pendiente, pero que ya está bien próxima a terminar, es un registro histórico de lo que ocurrió durante la revuelta social de octubre del 2019. Levantamos toda la información que recibimos durante ese período en la comisión de DD.HH. que recibió a las víctimas y sus familiares, escuchando sus testimonios, interviniendo ante las autoridades pertinentes. Todo ese registro lo vamos a publicar y una de las tareas que está concluyendo esta mesa la vamos a publicar en un documento que tenga el valor de memoria histórica de lo que ocurrió.
-Muy probablemente le entregará la mesa a otra mujer, un hecho inédito.
-Sí, es muy importante que una mujer asuma la conducción de la nueva mesa, sobre todo con la senadora Yasna Provoste, con la que hemos realizado muchas tareas y tenemos gran afinidad. Es también importante que se vaya haciendo natural y normal que las mujeres vayan siendo las líderes de la mesa del Senado. No es una anécdota nomás que primero haya sido la senadora (Isabel) Allende (en 2014-15) y luego yo y la senadora Provoste. Hay mujeres de todas las bancadas, de izquierda, centro y derecha, con mucha capacidad, que pueden hacerse cargo de la conducción de la presidencia del Senado.
-Es muy simbólico también de un país en transformación.
-Sí, sobre todo en la elite política, porque es difícil remover las barreras culturales en estos niveles, donde por cierto el ejercicio del poder es complejo para las mujeres. Porque aunque seamos iguales, entendiendo esta igualdad en la forma en que llegamos a acceder a estos cargos, compitiendo y sometiéndonos a campañas y al escrutinio electoral, y llegamos con votaciones muy altas a ocupar estos cargos, posteriormente somos relegadas en el ejercicio de estos cargos; como se ha visto. Hicimos una galería a propósito del 8M e imagínese que desde el año 1949, cuando logramos el derecho a voto y que se ejerció varios años después, solo hay 11 senadoras en la historia. Ahora somos 12 con la senadora (Loreto) Carvajal (quien reemplazó a Felipe Harboe, quien renunció para postular como constituyente), pero ha sido muy lento el camino de llegar a tener presencia y visibilidad en estos espacios de toma de decisiones políticas. Y mucho más complejo aún llegar a la conducción de las mesas. Creo que ha ido cambiando al interior la mentalidad de los propios colegas varones y de las bancadas de tomar conciencia y de tomar la decisión de reconocer la capacidad que tenemos las mujeres de la conducción política en estos espacios.
-¿Cómo definiría la relación que hubo con el Ejecutivo durante su gestión?
-Fue bastante tensa, como es bastante público. Fundamentalmente, por ser un período complejo donde el debate se hizo tenso por la rapidez, la inmediatez que se requería de la toma de decisiones en materia legislativa, en materias complejas que marcaban un camino de cómo abordar la crisis sanitaria, económica y social; por cierto, desde las visiones distintas de oposición y gobierno. Se hizo tenso por la búsqueda de la oposición de instalar una línea de respuesta al desempleo de las madres trabajadoras que requerían un respaldo y un resultado desde la ley y las políticas públicas que las apoyaran para permanecer con sus hijos y no perder el empleo, extender el posnatal que era una gran materia de controversia.
También hubo complicaciones con la renta básica de emergencia, a la que el gobierno nunca accedió, optando por un camino de cuentagotas con el IFE 1 e IFE 2. Muchas materias fueron controvertidas, pero dentro de una exigencia de tiempo dado que las respuestas tenían que ser rápidas. Entonces, ahí hubo una tensión entre hacernos cargos de esa exigencia y por otro lado las esmirriadas facultades constitucionales del Congreso. El gobierno hizo ver esto al llevar muchas iniciativas parlamentarias al Tribunal Constitucional, ejerciendo sus facultades de vetar no solo iniciativas parlamentarias, sino además proyectos de ley votados, discutidos democráticamente, despachados por el Congreso. Por otro lado, ha hecho un ejercicio bastante extremo con las urgencias.
En ese sentido hemos tenido tensión, por cierto, porque realmente el hiperpresidencialismo permite este exceso de avances sobre la autonomía de otro poder el Estado. Por eso yo he señalado que es muy importante que el proceso constituyente que ya se avecina se haga cargo de debatir y redefinir el sistema político que existe, hiperpresidencialista, y que debilita las facultades y legitimidad de otro poder del Estado que es el Parlamento. Este es el poder elegido por el pueblo, con el voto del pueblo, al cual los parlamentarios debemos responder pero que nos vemos limitados por este sistema y también por una constitución que limita mucho las facultades.
-¿Cuál sería el punto de equilibrio? En algunos momentos incluso se indicó que había un parlamentarismo de facto.
-En una relación de respeto y resguardo de la autonomía entre los poderes. Tiene que haber un equilibrio donde, por cierto, por un lado el Ejecutivo debe gobernar, pero también el Parlamento debe hacerse cargo de las demandas populares. En ese sentido, se debe permitir que muchos temas que se encuentran en el margen de la constitucionalidad puedan ser revisados. No es posible que sigamos con una gran cantidad de materias que son impedidas de abordar desde la autonomía del debate legislativo. No puede ser que las facultades del Poder Legislativo sean tan mínimas, minimizadas.
-El Parlamento no repunta en su imagen. ¿Qué se puede hacer al respecto?
-La mala imagen se ha ido construyendo desde distintas vertientes. Una es la que acabo de señalar, que nos sometemos al escrutinio popular cuando pedimos el voto, cuando estamos en campaña, para ser electos. Por cierto, ahí se deposita confianza y uno debe responder a eso. Pero en muchas oportunidades hay una gran cantidad de compromisos que no podemos cumplir por estas limitaciones. Y lo otro son responsabilidades individuales de gran cantidad de parlamentarios que han incurrido en situaciones que ameritan el descrédito. Este conflicto que hay entre política y dinero y esos visos de corrupción también es otra vertiente que ha llevado a esta mala imagen institucional.
"(El Gobierno) ha hecho un ejercicio bastante extremo con las urgencias. En ese sentido hemos tenido tensión, por cierto, porque realmente el hiperpresidencialismo permite este exceso de avances sobre la autonomía de otro poder el Estado".
"Hay mujeres de todas las bancadas, de izquierda, centro y derecha, con mucha capacidad, que pueden hacerse cargo de la conducción de la presidencia del Senado".