Enero
Extracto del libro "Los Llanos" Por Federico Falco
Me siento en la galería, con la luz apagada para que no vengan los bichos, y repaso las acciones del día. Tardé en ralear los rabanitos y ahora ya están grandes, con las hojas duras. La raíz, en lugar de enterrarse, ir hacia abajo y formar cabezas, se volvió un piolín largo y colorado, rastrero. Los sembré muy tupidos, y al voleo. La próxima vez habrá que sembrarlos en línea y ralearlos enseguida, cuando todavía sean un brote. Me da pena haber puesto a nacer todas esas semillas al vicio, sin saber muy bien lo que hacía.
No nació casi nada de lo que sembré en el cantero cerca del mandarino. Ni una chinita de las semillas que me regaló mi amiga Vero, tanta ilusión que me hacían. Tampoco nacieron los girasoles. Apenas algunas escabiosas, pero ya es demasiado tarde como para que florezcan este año, si es que el calor no las quema.
Los pájaros se comieron las acelgas recién trasplantadas. Y algunas, además, resultaron no ser acelgas, sino solo achicoria que había nacido guacha. Compré una red para cubrir el cantero más grande y unas mallas plásticas que voy a usar para cubrir los canteros de los costados. Tengo que proteger las próximas siembras. Está todo tan seco y tienen tan poco para comer que los pájaros hacen desastres. Hasta picotearon la única plantita de zucchini que había nacido.
Mientras tanto, sigo punteando, sigo armando canteros. Ahora, después de todo lo que pasó.
El sueño de un lugar donde plantar árboles para siempre. Armar un jardín que dure, que se prolongue en el tiempo. Zapiola es un ensayo general de ese sueño. Alquilar por dos años esta casa en medio del campo, rearmarse acá, atarse por un tiempo a esto. No puedo plantar durazneros ni santas ritas, ningún arbusto perenne, pero puedo intentarlo con plantas anuales, plantas de semillas, de esas que duran solo una temporada: esta, la temporada en que vivo.
No puedo tener frutales o espárragos o arbustos de frambuesa o groselleros, pero puedo tener una huerta, sembrar en otoño, sembrar en primavera.
El ensayo general de un jardín.
El ensayo general de una huerta. Un lugar donde pasar el tiempo y empezar de nuevo.
Ahora estoy cansado, la huerta cansa. Llega la noche y me duermo enseguida. No tengo energía para pensar en nada. No hay espacio para la ansiedad ni para la pena. El cansancio atonta, la tierra descarga. Para mañana está anunciado mucho calor. Voy a quedarme adentro, empezar a leer alguna novela fácil, que sea puro entretenimiento, algo que no exija concentrarse mucho. Tendría que ir a Lobos a comprar veneno para las hormigas, pero habrá que dejarlo para otro día.
"Los llanos"
Federico Falco
Editorial Anagrama
240 páginas
$19 mil