Koz Koz
En fechas recientes, en el marco de la campaña electoral constituyente, diversos candidatos y candidatas mapuche a escaños reservados se dieron cita en Koz Koz, Panguipulli. Allí expusieron sus propuestas, debatieron y concordaron contenidos que buscarán llevar a la Convención Constitucional de resultar electos.
El lugar elegido para reunirse no fue casual: allí en las pampas de Koz Koz tuvo lugar en 1907 un histórico parlamento que reunió a centenares de lonkos, convocados para denunciar atropellos y despojos de tierras de los cuales eran víctimas por parte de colonos chilenos y extranjeros.
Aquella junta fue liderada por el lonko Manuel Curipangui Treulén, quien se cuenta mandó a quince werkenes (mensajeros) a recorrer a caballo "más de ochocientas leguas" para invitar a otros jefes mapuche desde el Atlántico al Pacífico.
El motivo fue el creciente descontento ante los continuos abusos "de los recién llegados", sumado al cómplice rol de las autoridades de la zona. Sabemos de esta junta gracias al testimonio de un inesperado testigo: el periodista Aurelio Díaz Meza, corresponsal de El Diario Ilustrado quien viajó desde Santiago a cubrir el evento.
Sus crónicas fueron publicadas en tres tandas y provocaron gran impacto en la capital. En ellas el periodista da cuenta del parlamento, las delegaciones mapuche que asistieron -más de quinientos lonkos y dos mil participantes- y la infinidad de atropellos que allí, durante dos días, expusieron los presentes.
El propio Díaz Meza advierte a los lectores: "Los que tengan paciencia para llegar hasta el final se horrorizarán con los actos verdaderamente salvajes cometidos por gente civilizada contra los indígenas. El gobierno y la sociedad chilena han oído hablar de estos atropellos como quien oye llover. Ojalá que estas líneas sean tomadas en cuenta por nuestros hombres de gobierno".
En el valle de Koz Koz, siguiendo un riguroso protocolo de siglos, expusieron su palabra Curipangui, Carileu, Reucán, Naguilef, Cheuquehuala, Cheuquefilu, Catriel, Hueitra, Ayllapán, Huichalaf y Calfuhuala, entre otros lonkos. Sus exposiciones, acompañadas de múltiples afafan (vítores) por la multitud allí reunida, Díaz las describe como una "audiencia de horrores".
Con nombre y apellido los asistentes denuncian a los principales usurpadores de tierras y la impunidad vergonzosa que los favorece. Todo ello el periodista lo registra con sorprendente ecuanimidad. No sólo da cuenta de las denuncias, también, uno por uno, derriba los mitos racistas que en Santiago existían sobre los mapuche y sus costumbres.
"Durante todo el parlamento, con un número mayor de dos mil indios, no vi ningún borracho. ¡No hay tales!", escribe. También da cuenta del orden y la disciplina de los mocetones, todos montados "esperando la orden de sus caciques", en su mayoría "vestidos con toda decencia", destacando a los jefes por la "limpieza de sus trajes, lujo de sus arreos y hermosura de sus caballos".
El aspecto general de aquella junta "no tenía nada de salvaje o de degenerado: era una reunión de ciudadanos que tenía mucho de imponente", escribe Díaz Meza. "El error en que vive la sociedad respecto a la verdadera condición del mapuche y la ignorancia general que existe en lo que a ellos se relaciona, nos convence de que debemos cumplir nuestros deberes de periodistas sin escatimar sacrificios", concluye.
¿Quiere entender el actual reclamo de tierras de las comunidades mapuche en la región? Lea las memorias de este valiente periodista chileno.
El propio Díaz Meza advierte a los lectores: "Los que tengan paciencia para llegar hasta el final se horrorizarán con los actos verdaderamente salvajes cometidos por gente civilizada contra los indígenas".