Vladimir Rivera vuelve a su infancia sin un padre
"En el pueblo hay una casa pequeña y oscura" (La Pollera) nos sumerge en el Parral de los 70' y los 80', desde los ojos de un niño. El autor es Vladimir Rivera Órdenes, guionista de "Gen Mishima" e hijo de un detenido desaparecido.
¿Qué señal del destino será nacer el año que desaparece tu padre? Es lo que le tocó a Vladimir Rivera Órdenes el año 1973. Y en su recién publicado libro "En el pueblo hay una casa pequeña y oscura" (La Pollera) está el rescate del Parral donde creció este niño sin padre: periférico, violento y digno. También es lo que le contó su madre sobre los años setenta. También la propia experiencia en los años ochenta y noventa. Es, en suma, su formación como hombre, el pasado de quien es hoy.
Vladimir Rivera funciona en distintos roles. Tras estudiar Pedagogía en Castellano, estudió Cine. Su proyecto de título fue el guión de "Gen Mishima", serie de culto que emitió TVN y Telemundo en EE.UU. el 2008. En paralelo a su labor audiovisual, ha publicado libros reconocidos, como "Qué sabe Peter Holder del amor" (Premio Mejor Obra Literaria de cuentos, 2013), "Yo soy un pájaro ahora" (finalista Premio Municipal de Literatura, 2019) y "Los palacios interiores" (Premio Marta Brunet a Mejor Libro Infantil, 2020).
"En el pueblo hay una casa pequeña y oscura" cuenta la historia de la desaparición del padre por su actividad comunitaria en una población de Parral. Ningún nombre está cambiado. En los fragmentos que intersectan esta historia principal, Rivera sí toma libertades ficcionales: "En la mayoría de las crónicas chicas junté varias historias, para darle cierto sentido y coherencia".
El libro provoca heridas en el lector. Para Rivera Órdenes fue también complejo escribirlo. "Doloroso. De hecho, ni siquiera miro los posteos de lo que dice la editorial porque me duele, sigo con ese dolor".
De esta forma, el libro bordea lo autobiográfico o lo que hoy se llama autoficción e incluso "literatura de los hijos". Rivera señala que buscó "una voz, del desdoblamiento del narrador, la oralidad, como si estuviéramos sentados frente al fuego y te estuviera contando la historia".
Y así se oye del otro lado del teléfono Vladimir, quien cuenta su historia y también parece contar un secreto, por lo bajo que habla, para que el resto de su familia no oiga su pasado, esa oscuridad que alimenta el fuego. Este es un canto en prosa dedicado al padre.
-¿Qué significa la paternidad para ti?
-Siempre fui un poco reticente a la paternidad, seguramente por mi historia de vida y todo lo demás. Además que me tuve que hacer cargo de mi hermano desde chico, así que ya había sido padre, metafóricamente hablando. Era complejo. Cuando nació mi hija, el mismo día que mi padre desapareció, me preguntaba '¿qué está pasando acá?'. Esa fecha triste se convirtió en una celebración. Para mi mamá más todavía. Siempre he sido muy casero la verdad, la paternidad me ha venido a reforzar en ese aspecto. La paternidad me hizo más temeroso, todo me da miedo, que no se caiga, que no le hagan daño. Como soy un poco hipocondriaco, exagero un poco.
-¿Cuál crees que es el patrón de la vida de los parralinos?
-Traté de hacer dos ejercicios. Uno, retratar el momento histórico desde la mirada de mi padre, que es desaparecido. Y otro, como ejercicio de memoria. Hay alguna historia que no estoy seguro que haya ocurrido de tal manera, pero le pasó a mucha gente, es universal. Miré la población, me miré a mí y había un sinfín de amigos, algunos murieron, todos cambiamos, algunos para bien, otros para mal.
-Está muy presente la relación que estableces como parralino con Pablo Neruda y Pablo de Rokha. A este lo prefieres.
-En mi crónica de Neruda se reconocen sus raíces parralinas. Con de Rokha me acerqué muy al principio, con Huidobro también. En la biblioteca, ellos me tocaron la fibra. A Neruda lo descubrí tarde como poeta, lo leí mucho después, en la universidad. Nunca he logrado conectar con la poesía que él hace.
-¿Qué tendrá que ver la paternidad con eso? Muestras a un desesperado Pablo de Rohka cuidando a sus hijos, algo que uno no imagina de Neruda.
-Esa crónica es una conversación con mi hermano, que es fanático de De Rokha hasta el extremo, en temperamento se parecen mucho, ambos son toros furiosos. Y él me contaba esa historia, que Winétt estaba media enferma y de Rokha tenía que cuidar a los hijos para que ella no se fuera a contagiar. A mi hermano le pasó algo parecido. El 2010 mi sobrina estuvo grave y mi hermano estaba ahí cuidándola. Se quedó en el hospital día y noche, no hubo caso, sacarlo de ahí imposible. Es un papá papá, su hija lo adora y lo ama, pese a que tiene que tomar muchas pastillas diarias y a veces no anda conectado a las cosas, por distintas enfermedades que tiene.
-En una crónica un niño se retira de los juegos y dice que le toca ser papá ahora.
-Esa historia es la que nos pasó a todos por diferentes razones. Éramos guachos, todos éramos hermanos sin padre. La mayoría de los papás se iba a trabajar en labores no muy bien remuneradas, era Parral, otros estaban presos, éramos pobres. Había que hacerse cargo de sus hermanos, eso pasa mucho todavía en las poblaciones. En mi población pasaba y pasa harto. Hasta hoy mi hermano todo lo que va a hacer me lo consulta. Se mantiene esa lógica de hermano padre.
-¿Te encuentras con parralinos ahora que vives en Santiago?
-Sí, tengo amigos que trabajan en Santiago. Ahora Parral me resulta una ciudad extraña, conozco a muy poca gente, pero en mi población nos conocemos todos y nunca he perdido ese vínculo. Con algunos de ellos que están por acá nos juntamos, también nos hemos ido separando por las diferencias políticas que se han ido acentuando en el último tiempo, pero el cariño está siempre de mi parte.
-Aparece Manuel Bustos relegado en Parral. ¿Era tu ciudad un laboratorio político?
-Fue raro conversar con Bustos, el peso se lo tomé después. Me quedó resonando. Era todo planificado, profético. Hay hartas historias de Bustos que no coloqué: por ejemplo que tenía un equipo de fútbol en la población.
-Hace un tiempo democratizaste (virtualmente) tus conocimientos en guión. ¿Seguirás haciéndolo en esta pandemia?
-Tengo un canal de Youtube al que voy subiendo "tips" de guión. Lo he seguido alimentando con videos cortos, sobre todo para la gente que le interesa el cine y el guión y no puede pagar una carrera. Hago también análisis de guión en diferentes plataformas. Son cosas que me costaron mucho aprenderlas porque no tenía los recursos. Mucha gente maneja ese conocimiento como si fuera gran secreto y no lo es.
-¿Existe todavía el Parral del que escribes?
-Este Parral no existe, estoy hablando de un Parral como Comala (la ciudad donde Juan Rulfo ambienta su novela "Pedro Páramo"), como cualquier ciudad, como cualquier pueblo. No lo digo para que me odien en Parral, me gusta destacar que lo instalo como figura literaria. La gente en general no sabe dónde queda Parral. A veces coloco que nieva, y la gente piensa que nieva, pero es zona central, entonces no nieva. A veces coloco que está cerca de la Patagonia, y tampoco es así. Trato de hacer un juego de ficción. Lo digo para que la gente no se sienta engañada, porque no es un documento histórico, no es la historia secreta de Parral, sino mi Parral.
Vladimir Rivera Órdenes también escribe guiones. Suyo es el de la serie "Gen Mishima".
Por Cristóbal Gaete
Sebastián Utreras