Libertad de expresión en tiempos de pandemia
En un ejercicio necesario para la democracia, la libertad de expresión vuelve a relevarse como un pilar la para transparencia y legitimidad de procesos.
Sin duda alguna, la pandemia por covid-19 no solo ha afectado lo sanitario y social; ha inundado todas las esferas de la vida: lo económico, social, cultural, familiar, laboral, afectivo, etc. Y eso se extiende a los procesos que estamos viviendo como sociedad global, que día a día se esfuerza por apartarse a un escenario cambiante. Lo anterior golpea e interpela directo a gobiernos, tomadores de decisión y líderes de opinión, quienes se enfrentan al descontento y frustración de una población desconcertada. En ese contexto, hay una dimensión que está llamando la atención y que considero que debemos abordar y visibilizar: la libertad de expresión.
En un ejercicio necesario para la democracia, la libertad de expresión vuelve a relevarse como un pilar para la transparencia y legitimidad de procesos, ya que como ciudadano puedo expresar libremente mi pensamiento o creencia. ¿Pero dónde empieza mi libertad y termina la del otro? ¿Puedo decir realmente todo lo que quiero y pienso? ¿Puedo al mismo tiempo decir y hacer sin importar los otros? ¿Cómo se desdibuja esta libertad en tiempos de pandemia?
En una era donde tenemos acceso a información ilimitada y la posibilidad de decir lo que pensamos en distintas plataformas, la libertad de expresión suele confundirse. El miedo e incertidumbre se han convertido en el epíteto soez a la autoridad, en la crítica despiadada a algún procedimiento, en el insulto al otro e incluso la violencia física.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos indica que la libertad de expresión es la piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública, para el conocimiento científico, y para que la sociedad esté suficientemente informada y sea, por lo tanto, verdaderamente libre. Es en definitiva, la posibilidad de expresar de manera responsable nuestro pensamiento, adhiriendo a causas o ideologías que nos hacen sentido, sin que por ello tengamos que denostar al otro. Lo que nos debe preocupar entonces, es tener acceso a información veraz, contrastada y libre, para poder discernir con criterio, y no olvidar nunca que mi (nuestra) libertad de expresión termina cuando empieza la violencia hacia el otro.
Eduardo Hebel Weiss,
rector Universidad de La Frontera